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Tantas veces como reclamamos justicia y reinvindicamos nuestros derechos, tambien Dios tiene sus derechos que son deberes para con nosotros. Fue Jesucristo quien nos dijo: Dad a Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar. Pues tomemos nota y cumplamos lo que a Dios le corresponde que le demos: AMOR, ADORACIÓN, GRATITUD Y REPARACIÓN.



6 de junio de 2013

YO MARIA VUESTRA MADRE OS HABLO



Hijos Míos, vuestras aflicciones aceptadas y ofrecidas también son material de oración que Mi divino Hijo aplica a las almas, porque hijos todo lo que se ofrece a Dios de corazón, todo vale para el bien de la Iglesia y de todos los miembros que la componen. Yo, María Vuestra Madre, os hablo.

Poso Mi mirada en este Planeta y veo muchas, muchas aflicciones por todas las partes. Veo madres que lloran, hijos que sufren, esposos desalentados y familias enteras soportando grandes amarguras. Hijos, Mi Corazón Inmaculado se conmueve ante tanta desgracia, pero eso no es nada comparado con lo que veo por otros puntos del Planeta. Almas que han renegado de Dios, almas que les invade el odio y el rencor, muchos esclavos de la concupiscencia, moribundos que no quieren volver su rostro a Dios, sacerdotes corruptos y muy contaminados de las cosas del mundo, y esto hijos, es mucho más doloroso que todas vuestras desgracias y problemas por graves que sean. Porque el mal mata y lleva a la perdición eterna a miríadas de almas que no quieren responder a la gracia de Dios, pero el bien edifica, salva, sirve para ayudar a otras almas aunque vosotros hijos no sepáis a quienes, que ya lo sabréis en la eternidad. El bien tiene repercusión eterna, por eso Dios permite en vosotros que le sois fieles, aflicciones y sinsabores, porque ellas salvan y redimen a los pecadores, pero el que ha dado la espalda a Dios, por ese es por lo el que más hay que rezar y sacrificarse.

¡Oh hijos! ¡Qué grande fue Mi sufrimiento cuando supe de la traición de Judas, que dolor para Mi Corazón y para Mi Hijo!  Por eso con vuestras aflicciones, lágrimas, penas y amarguras, (aceptadas) estáis  ayudando a otras almas a salvarse y a que la gracia de Dios le haga más pronto efecto. Yo, María Vuestra Madre, os hablo.

Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo medita. Yo, María Santísima, os bendigo en el nombre de la Santísima Trinidad.