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Tantas veces como reclamamos justicia y reinvindicamos nuestros derechos, tambien Dios tiene sus derechos que son deberes para con nosotros. Fue Jesucristo quien nos dijo: Dad a Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar. Pues tomemos nota y cumplamos lo que a Dios le corresponde que le demos: AMOR, ADORACIÓN, GRATITUD Y REPARACIÓN.



1 de diciembre de 2013

NO ME PIDÁIS TANTO LA SALUD DEL CUERPO PEDIDME MEJOR LA DEL ALMA



En el crepúsculo de vuestra vida se os pedirá cuentas de cómo habéis empleado vuestro paso por el mundo. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos Míos, no seáis necios, que sabiendo como sabéis que en el ocaso de la vida Yo me llevo a tantas almas que ya cumplieron con sus días previstos para su existencia, seguís viviendo en pecado, en rencores y en deseos frívolos y superficiales, que nada tienen que ver Conmigo. Yo, Jesús, os hablo.

Muchos tenéis signos más que suficientes para saber que vuestra partida de este mundo se producirá pronto, y sin embargo, os apegáis a la vida queriéndole sacar el mayor partido a todo y descuidáis vuestra alma al máximo. Hijos, sabiendo que pronto os llamaré, enmendad vuestras almas,  recordad la parábola del administrador infiel (Lc 16, 1-10) que sabiendo que su amo lo echaba, trató de hacer méritos para granjearse amigos. Yo, Jesús, os hablo.

Vosotros no os preocupáis estando a punto de partir. No os preparéis para la partida, no hacéis ni méritos, ni penitencias. Muchos ya con enfermedades terminales y aun así la ceguera que tenéis es increíble. Yo, Jesús, os hablo.

Os doy la oportunidad de enmendaros por  los signos que ya tenéis de vejez y enfermedad y no los sabéis aprovechar. Una idea fija os ciega, ¡vivir! Y vivir bajo cualquier circunstancia, sin recordar que la vida no termina sino que se transforma para los que creen en Mí, y también se transforma para los que Me rechazan pero en una muerte eterna. Yo, Jesús, os hablo.

No Me pidáis tanto la salud del cuerpo, pedidme mejor  la del alma. Si tenéis bien el alma soportareis mejor las limitaciones y la enfermedad del cuerpo. Por tanto, hijos de Dios, haced penitencia, confesad, orad, aceptad lo que estáis padeciendo y Yo Me conmoveré por vosotros como Me conmoví por el buen ladrón. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.