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Tantas veces como reclamamos justicia y reinvindicamos nuestros derechos, tambien Dios tiene sus derechos que son deberes para con nosotros. Fue Jesucristo quien nos dijo: Dad a Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar. Pues tomemos nota y cumplamos lo que a Dios le corresponde que le demos: AMOR, ADORACIÓN, GRATITUD Y REPARACIÓN.



18 de mayo de 2015

QUE SEÁIS HIJOS DE LA LUZ Y SE VEA EN VOSOTROS LA ACCIÓN DE MI SANTO ESPÍRITU



Hijos Míos, llega ya la celebración de Pentecostés, día en que honráis a Mi Santo Espíritu. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos, sed santos tal y como Mi Santo Espíritu os hace sentir, porque una cosa es la santidad que vosotros practicáis muy pobre y trivial, y otra la que Mi Santo Espíritu os ilumina y que escasamente la emprendéis. Yo, Jesús, os hablo.

Dejaros guiar por Mi Santo Espíritu en todos los terrenos, en el familiar, en el profesional, en el espiritual y en el personal. El busca lo mejor para vosotros y para que crezcáis en méritos en vuestras almas, porque hijos, vuestros méritos son muy pobres y os falta mucho amor a Dios. Yo, Jesús, os hablo.

No es la santidad moverse mucho y hacer muchas diligencias, aunque sean espirituales, hijos, la santidad es aceptar en todo momento la voluntad de Dios aunque no os podáis mover. Hay quienes están paralizados en una cama o en silla de ruedas, de inmensos valores y preparación que no pueden poner en práctica. Pero si Yo he querido tenerlos así,  “atados” sin que puedan disponer de sus talentos, así es como son fructíferos, más que si hicieran otras cosas. Yo, Jesús, os hablo.

Pedid cada día y sobre todo en cada acción que emprendáis, la luz de Mi Santo Espíritu. Que sea una oración persistente invocarlo constantemente, no rutinariamente, sino convencidos de que Él os asistirá si lo llamáis. Yo, Jesús, os hablo.

Que seáis hijos de la luz, que seáis almas iluminadas, que se vea en vosotros la acción de Mi Santo Espíritu en cada palabra y gestión que emprendáis, porque hijos, en esta vida estáis para hacer la voluntad divina y no la vuestra. Por tanto, esforzaos en vivir la unión con la Santísima Trinidad en todo lo que hagáis. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.