Cuando un
alma sufre por la salvación de otras almas, esos sufrimientos son suscitados
por Mi Santo Espíritu para que en comunión Conmigo y Mi Santa Madre, ayuden a
la salvación de las mismas. Yo, Jesús, os hablo.
De todo
verdadero cristiano debería ser este su deseo principal, que todas las almas se
salven y, debería empeñarse en esto como si solo él fuera el responsable de las
mismas. Hijos Míos, imitad a Santa
Teresita del Niño Jesús que tanto hizo por el bien de las almas, y tanto ayudó
a los misioneros desde su humilde celda. Yo, Jesús, os hablo.
Mi Madre
en su vida terrenal tenía ese celo que le hacía estar noches enteras en vela
orando por la redención de las almas, para que Mi venida y sufrimientos no
fueran baldíos para ellas. Ella rogaba constantemente por estas intenciones,
porque la salvación de las almas es lo primero que debe desear un cristiano
para la gloria de Dios. Yo, Jesús, os hablo.
No solo
se debe procurar la salvación del alma propia,
que así debe ser, sino que debéis pedir por aquellos tan alejados de Dios, tan renegados
de Él, tan blasfemos, tan contaminados por toda clase de corrupción y de
pecado, pedid por ellos hijos Míos, pedid por los que también son vuestros
hermanos. Muchos bautizados no han pisado una iglesia desde el día de su
bautismo o primera comunión.
Hijos, esas almas tan alejadas de Mí, que Me ignoran
que no saben que Yo Soy amor y misericordia, viven animalizadas, a base de
hacer un pecado tras otro, buscando una felicidad que solo Yo les puedo dar,
pedid para que Me encuentren en sus vidas, en cualquier circunstancia. Muchos
de estos cuando se convierten son verdaderos santos, así que emplead vuestras misas, sacrificios y oraciones en la
conversión de los pecadores, que esas oraciones unidas a Mis méritos pueden ser
muy eficaces si las hacéis de corazón y en estado de gracia. Yo, Jesús, os hablo y os
instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.