Dormidos estáis, hijos de Dios, y dormidos pasareis de
esta vida a la otra, pues no despertáis a la vida de la gracia porque no os enmendáis,
porque cada día más, tenéis menos fe, y menos amor al prójimo y a vuestro
Creador. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
En unos cuantos años toda esta generación estará
enterrada definitivamente, y muchos no resucitarán a la vida de la gloria, sino
que su destino eterno será el Infierno que nunca se extingue, y cuyos
sufrimientos son eternos. Pero parece que esto que os decimos no tiene sentido
alguno para vosotros e ignoráis los avisos que os damos, los toques de atención
para que pospongáis vuestras vidas y salgáis del pecado. Pero nada, sois sordos
a nuestros avisos y a todo lo que os decimos. No creéis en la Biblia, no creéis
en los sacerdotes, no creéis en los mensajes, en la santidad de muchos
cristianos, ¿entonces en que creéis? Solamente en el dinero que os da poder e independencia
y sacia todos vuestros caprichos terrenales y concupiscentes, pero no os da la felicidad,
porque la felicidad no se puede comprar con dinero, aunque tuvierais todo el
oro del mundo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Millones de niños mueren de hambre, no solo hambre de
pan, sino hambre de amor, y muchos de vosotros vivís solo para vosotros mismos,
sin un pensamiento de misericordia para esos niños que consideráis que no son
vuestros problemas. Hijos de Dios, el camino que seguís es de perdición, de
perdición eterna, y el día menos pensado vuestro Creador os pedirá cuentas, y
esas cuentas, se ajustarán según vuestras obras, que si éstas fueron malas, o
de egoísmo, eso mismo recogeréis para vosotros. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Acercaos ahora que podéis a Jesús Sacramentado que es
Verdad y Vida, que es verdadero Camino que conduce a la gloria
celestial. Acercaos a Él y orad
compungidos ante su presencia real en el Santísimo Sacramento, porque si dais
ese paso para reconvertiros, Yo, Espíritu de Dios, que santifica a las almas,
no os dejaré y os guiaré con Mi luz y
sabiduría hacia las glorias celestiales. Hijos de Dios, acercaos también a Dios
Altísimo en vuestros hermanos, en aquellos que sufren, que padecen hambre de
pan y de afecto. Acercaos al enfermo, al anciano, a los moribundos, porque ahí
también está Dios viviendo y padeciendo en ellos. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.