Ave María
Purísima. No hay saludo mejor y más agradable a Dios que saludemos a la Virgen
Santísima con el Ave María Purísima, porque nadie como Ella fue pura
íntegramente de cuerpo, alma y corazón. Yo, Jesús, os hablo.
Todo hijo de
María debe saludar a Su Madre con el saludo que le corresponde, porque Ella
agradece que Sus hijos le digan de corazón Ave María Purísima. Y todo aquel que
contesta sin pecado concebida, está
confirmando un dogma que nadie más que Ella ha podido obtener. Yo, Jesús, os
hablo.
Quien honra a
la Virgen Santa, Me honra a Mí, Su divino Hijo. Quien honra a Su divino Hijo,
honra a Mi Padre Eterno. Así que hijos, no os de reparo de que porque deis
honra a Mi Madre Me quitéis a Mí, Yo sé bien lo que siente y aman vuestros
corazones. Yo, Jesús, os hablo.
Quien honra al
Padre Eterno Me honra a Mí y quien Me honra a Mí, honra a Mi Santa Madre, por
tanto, como un boomerang, la gloria que deis a uno vuelve al otro y así
sucesivamente. Lo importante no son las alabanzas en sí, sino las alabanzas
hechas de corazón y verdadero amor. Por eso hijos, alabar, siempre es dar gloria
a Dios, si se hace de corazón y no como un papagayo que repite la cosas sin
saber lo que dice. Yo, Jesús, os hablo.
Quien tiene
una Madre y no acude a Ella está perdiendo un tesoro inmenso, porque una madre
siempre es una madre, y la Virgen María, Mi Santa Madre, es Madre de las almas
y Madre de todos vosotros, y no acudir a Ella es no beneficiarse de Su bondad, poder y amor. Yo, Jesús, os
hablo.
Acudid hijos a
vuestra Santa Madre y veneradla como Ella se merece, que la que llevó al
Redentor del mundo en su purísimo seno, bien merece que se le venere
reiteradamente. Porque hijos, los Ángeles en el Cielo lo hacen y no cesan de
alabarla y glorificarla según corresponde a
Su dignidad. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que leyendo este
mensaje lo cree y lo pone en práctica.