No todas las almas son iguales ni
a todas se les puede guiar de la misma forma. Yo, Jesús, os hablo.
El director espiritual o confesor
asiduo, debe guiar a sus almas según su psicología, sensibilidad, grado de
virtudes y debilidad en el pecado, porque hijos, si hasta con la misma talla
del cuerpo necesitáis los arreglos correspondientes, también vuestras almas
deben guiarse de acuerdo a vuestra forma de ser, entrega a Mí y deseo de santificarse.
Yo, Jesús, os hablo.
Invocad siempre al Espíritu Santo
a la hora de guiar a un alma, para que Él os asista allá donde no alcancéis
vosotros, y os ilumine a saber dirigirla acertadamente. No temáis, hijos,
dirigir a ningún alma por complicada que sea o por muy elevada que la veáis en
la virtud, porque nadie, nadie es perfecto, y cada uno tiene necesidad de ser
guiado convenientemente hacia las moradas eternas y celestiales. Es humilde el
alma que desea ponerse bajo la dirección de Mis sacerdotes, aunque Yo pido a Mis
sacerdotes que sean comprensivos y tolerantes pero firmes. Y en aquellas faltas
o debilidades en qué más cae el dirigido, poned mayor empeño, para que esas
debilidades se venzan cada vez con más facilidad, Yo, Jesús, os asistiré con Mi gracia.
Dirigir a un alma es una tarea
que a veces os produce rechazo, sin embargo,
ello lo debe hacer un sacerdote, y lo mismo que un sacerdote también
tiene su director, así las almas que desean vivir en perfección, deben tener igualmente
su director espiritual y tratar de obedecerle, siempre que lo indicado vaya acorde
con Mis normas y leyes. Yo, Jesús, os hablo.
Un director espiritual es algo
muy serio y sagrado, por eso, no se debe hablar con el confesor como si fuera
un amigo y conversar anécdotas que nada tienen que ver con la santidad. Tampoco
se deben de omitir aquellas circunstancias que el director debe saber, aunque
os produzcan vergüenza o pudor. Hijos, tanto como el que dirige como el
dirigido, deben en todo momento invocar a Mi Santo Espíritu, para hacer las
cosas según la voluntad divina. Yo, Jesús, os hablo.
Ayudad, sacerdotes Míos, a Mis
almas a caminar más y mejor en la virtud, y aunque advirtáis que hay almas que
os aventajan en la misma, no por eso las abandonéis, porque vuestra labor es
santa y necesaria para con ellas. Yo,
Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que
leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.