Hijos de Dios, nunca
como hasta ahora debéis de invocar al Arcángel San Miguel para que derrote el
mal que os acecha en vuestras almas, en vuestras familias y en todo vuestro
entorno. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Este poderoso Arcángel
que además ama a Dios con un celo especial, está dispuesto a pelear por
vosotros contra las acechanzas y tentaciones del Maligno, y contra toda clase
de mal que os aceche y que venga del Infierno y sus malos espíritus. Por tanto,
hijos de Dios, consagraos a él en estado de gracia, limpiaros bien de pecados,
incluso pecados veniales, haciendo una buena y santa confesión con un sacerdote
adecuado, y después, consagraos a San MigueL Arcángel para que él os proteja del Maligno y proteja
a vuestras familias. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Todo mal tanto físico
como espiritual tienen un remedio, en el mal del cuerpo las medicinas hacen su papel,
en el mal del alma las oraciones, los sacramentos, los sacramentales, las
consagraciones y otros, hacen también el
suyo. Pero, hijos de Dios, considerad que todo lo que hagáis para el alma debe
ser hecho en estado de gracia, si estáis en pecado mortal y pretendéis vencer así
al demonio, no resultará, porque el que vive en pecado mortal pertenece al
demonio puesto que el Maligno lo tiene asido por esos pecados.
Por tanto, empezad por
limpiar bien vuestras almas de pecados, algunos en el alma desde hace años e
incluso desde la infancia. Haced un buen examen de conciencia, os lo hemos
dicho ya varias veces, pero os lo recordamos de nuevo para que lo hagáis y os sea efectivo. Así que hijos, no dejéis de
pedir ayuda a la Santísima Virgen María, cuya alma fue impecable y nunca
perteneció al demonio. Y adheridos al Príncipe Celestial San Miguel Arcángel
que es terror de los demonios y vencedor de las huestes celestiales. Yo, Espíritu
de Dios, os hablo y os guio. Paz a todo
aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.