Hijos Míos, el santo nombre de Mi Madre
es un arma valiosísima para apartar de vosotros a los demonios, porque ellos no
pueden soportar oír el nombre de la única persona con la que no pudieron. Yo, Jesús,
os hablo.
Quien diga el nombre de María en las
tentaciones con fe, verá que pronto estas se disipan, porque el poder de Mi Madre
está en toda Su persona y también en Su nombre que fue escogido por el Cielo.
Yo, Jesús, os hablo.
Es tiempo de guerra no solo entre los pueblos
o naciones, sino también es guerra en las almas. Batallas que tenéis que librar
constantemente, unas veces de desánimo,
otras de negligencias, otras de cansancio, otras de lujuria, de concupiscencias,
porque Mi enemigo mortal quiere la guerra en todos los ámbitos, sobre todo, en
las almas. Y desea hundir a los sacerdotes que Me son fieles y que han llevado
una vida de rectitud intachable. Pero hijos, contad Conmigo y Mis gracias,
porque Yo no os dejo abandonados ante lo más difícil de vuestras vidas, que es
soportar y vencer las tentaciones. No les tengáis tanto miedo a éstas, porque
el demonio no puede forzar vuestra voluntad, y hacedme a lo largo del día la petición
que está en el Padrenuestro: No nos dejes
caer en la tentación. Amén.
La vida cristiana tiene estos elementos,
donde crece la virtud, está también la tentación, es decir, donde está el trigo
también está la cizaña, pero la oración y los sacramentos recibidos adecuadamente,
son poderosos auxilios, incluso infalibles auxilios, para no sucumbir ante el
mal. Yo, Jesús, os hablo. Y puesto que sabéis el remedio no dejéis de ponerlo
en práctica, para que cuando os asalte el enemigo de las almas, os encuentren bien
acorazados y vea que sus intentos serán inútiles. Yo, Jesús, os hablo.
Haced de vez en cuando algún retiro
extra, donde encerrados en silencio y soledad en algún monasterio o lugares de
oración, adquiráis para el alma la sobrealimentación de las cosas espirituales,
para que os sirva también de acción de choque contra todo el mal que os pueda
asaltar, y lo venzáis sin dificultad alguna. No os digo que no tendréis tentaciones,
os digo como las podréis superar con facilidad. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.