Santos y fieles
sacerdotes de Mi Corazón. Yo estoy viendo vuestros sufrimientos y vuestras
lágrimas. Sé que muchos estáis pasando por un verdadero drama, algunos incluso,
habéis pensado en tirar la toalla y poneros a trabajar, pero no hijos, no, no
tiréis la toalla y tampoco permitáis que el miedo os venza, porque Yo he
vencido al miedo y vosotros también lo venceréis en Comunión Conmigo. Yo Jesús,
os hablo.
No permitáis que
Satanás os manipule con sugerencias o tentaciones que NADA tienen que ver
Conmigo. Vuestra ilusión y entrega que no decaigan, y si estáis afligidos por
la situación de la Iglesia, ofrecedme amorosamente vuestros sufrimientos, que
ellos salvarán a muchas almas y a muchos sacerdotes que débiles abandonaran la
Barca de Pedro. Yo, Jesús, os hablo.
Mirad a vuestra Santa e
Inmaculada Madre, mirad su Corazón Inmaculado, Ella no Me abandonó ni un
instante cuando las cosas se pusieras feas, ahora tampoco abandonará a Su
Iglesia ni a vosotros. Acogeos a Ella con amor y ardientemente, y veréis como
pasada la tormenta, la luz del sol se hace mas fúlgida. Yo, Jesús, os hablo.
Mirad, hijos, a vuestra
Madre, miradla y ofrecedle vuestro dolor limitaciones e impotencia, Ella es
Madre y entiende. Una madre nunca, nunca abandona a sus hijos, pero tened fe,
fe como Ella tuvo, que cuando Me vio como una piltrafa, y todos huyeron y
parecía que los malos habían ganado, se mantuvo Conmigo sin importarle la suerte
que pudiera correr. Su fe la mantuvo firme al pie de la Cruz y creyó que Yo
resucitaría como lo había anunciado. Creed vosotros también que las puertas del
Infierno no prevalecerán contra Mi Iglesia (Mt 16,18), porque lo que Yo hago es
eterno. Yo, Jesús, os hablo.
Refugiaos también en Mi
Corazón y hablad unos con otros de lo que os pasa, hablo a los sacerdotes.
Desahogaros mutuamente, no soportéis solos el vendaval y ayudaros
caritativamente unos a otros, sin criticaros, ni juzgaros. Yo, Jesús, os hablo y
os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en
práctica.