Ave María Purísima.
Hijos Míos, saludad a María Santísima a menudo con esta jaculatoria que
tanto la honra. Yo, Jesús, os hablo.
Nadie como Ella fue el templo más santo de la
Santísima Trinidad en la Tierra. Allí habitábamos la tres divinas Personas tan
a gusto como en el Cielo, porque Ella llevaba el cielo en su alma que estaba
llena de gracia. Yo, Jesús, os hablo.
Ella, sagrario viviente del Hijo de Dios, corredentora
en unión Conmigo, santa en plenitud, con todas las virtudes en grado sumo,
hijos, pocos conocéis a vuestra Madre que es un ser único e irrepetible, y
cuyos Ángeles, se doblegan a Ella y la veneran en un continuo canto de amor y
alabanza. Pero esta Mujer excepcional, sin precedentes, que no ha habido, ni
habrá otra igual, es vuestra queridísima Madre, y os ama a todos con amor
maternal, y os espera con inefable amor de Madre. Yo, Jesús, os hablo.
Y lo mismo que con inefable amor de Madre esperaba Mi
nacimiento en el plano natural, Ella espera el vuestro en el plano espiritual,
que nazcáis a la vida de la gracia y os mantengáis en la misma, hasta el último
instante de vuestra vida. Yo, Jesús, os
hablo.
¡Cuánto ambicionáis de esta vida! Y que dispersados
andáis buscando subir peldaños socialmente. Si tenéis un trabajo, queréis otro
mejor. Si tenéis un negocio, deseáis que os de muchas ganancias. Pero poco os
preocupáis de revestir a vuestra alma con el traje de la gracia, que es el que
debe llevar para entrar en la eternidad. Por eso, hijos, no es malo que deseéis
cosas terrenales en vuestra vida, lo malo es que las antepongáis a las
celestiales, porque entonces os eclipsarán de la verdades eternas y os harán
distraeros de tal suerte, que no llevéis el traje de la gracia a la hora de la muerte
(Mt 22, 1-14). Yo, Jesús, os hablo.
Acudid a esa Señora Celestial que es Mi Santa Madre
María. Acudid a Ella y pedidle como hijos Su ayuda y cooperación. Dadle
potestad para que haga y deshaga en vuestras almas, y sed dóciles a las
circunstancias que os trae la vida para santificaros y haceros crecer en la
virtud. Yo, Jesús, os hablo.
Toda madre se preocupa de que sus hijos se alimenten
en condiciones y estén sanos y fuertes, pues lo mismo en el plano espiritual,
Ella desea que estéis sanos y fuertes en el alma para que algún día no muy
lejano, gocéis con Ella la bienaventuranza eterna. Yo, Jesús, os hablo y os
bendigo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en
práctica.