Hijos Míos, son días en que os deseáis mutuamente la
felices fiestas y el próspero Año Nuevo.
Yo, Jesús, os hablo.
Pero hijos, no son las cosas
exteriores las que os darán la felicidad en estas entrañables fiestas ni en
otras, porque la felicidad debe ser interna aunque los actos externos sean
aburridos o rutinarios. Toda felicidad que no viene del corazón no es auténtica
felicidad, porque en el corazón donde reside Dios, la persona es feliz,
auténticamente feliz, y no necesita ni bullicios, ni brindis, ni cenas
navideñas, para aumentar la felicidad que Dios da en un corazón limpio y fiel al
Altísimo. Yo, Jesús, os hablo.
Si de verdad deseáis la felicidad a vuestras familias y amigos, rezad para que
more Dios en sus corazones, porque otra clase de felicidad es engañosa y
muchas veces peligrosa. El amor verdadero que os dará la felicidad
invulnerable, es el amor de Dios, y nadie os podrá arrebatar esa felicidad, ni
siquiera las más grandes desgracias, porque Dios es el Sumo Bien y un Bien
infinito, y por eso, no hay otros bienes que le hagan sombra. Yo, Jesús, os
hablo.
Es cierto que las familias bien avenidas, las reuniones de amigos o de compañeros
de trabajo, no quebranta la felicidad que da Dios, pero tampoco le hace sombra,
porque lo que viene de Dios no lo puede ni sustituir, ni igualar el mundo ni
sus habitantes, ya que Dios es la Fuente de toda felicidad. Es la felicidad
verdadera y eterna, y a esta clase de felicidad, debéis tender cada vez más, despegándoos
de las cosas del mundo para acercaros más a Dios con voluntad de encontrarlo y
hacer en El vuestra morada, y así, El hará la Suya en vuestros corazones. Yo,
Jesús, os hablo.
Pedid a Mi Santa Madre que os enseñe a
vivir adecuadamente el espíritu de la Navidad. Que os enseñe a contemplarme
como un Niño indefenso pero divino, y vivir estos días en que se conmemora Mi nacimiento,
como Ella y Mi padre José lo vivieron, en unión con Dios y en una abnegación
y desprendimiento total de los bienes materiales. Quién a Dios tiene nada le falta, nada le
llenará fuera de Él, nada le hará más feliz que su posesión. Por eso, hijos, conformaos con lo que tenéis
y con lo que no tenéis, y vivid estas Navidades con espíritu cristiano, para
que estas fechas, pasen en vuestro dossier a la Vida Eterna. Yo, Jesús, os
hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo
pone en práctica.