Hijos de Dios, ¿acaso no es vuestro Padre Dios
mismo? ¿Qué puede temer una persona cuyo Padre es nada más y nada menos que
Dios? Yo, Jesús, os hablo.
El que teniendo por padre a un Ser semejante, que
además de ser todopoderoso, es bondadoso, sabio, paciente y misericordioso ¿qué
puede temer? Es cierto que sois miserables, pero a vuestro Padre Dios, eso no lo
aleja. Le aleja la soberbia de las personas, la arrogancia y la maldad premeditada.
No pidáis que El no os abandone en los días de prueba, porque El no os
abandonará, pedid más fe, más confianza en El, pedid que os ayude a no caer en
la tentación y a aceptar amorosamente Su voluntad, sin poner obstáculos, ni condiciones,
porque El os dará Su gracia para que la cumpláis a la perfección. Yo, Jesús, os
hablo.
Hijos de Dios, Soy vuestro Hermano mayor quien os
habla, el que ha padecido tormentos morales y físicos como ninguno. Nadie Me ha
aventajado en el sufrimiento y solo nuestro Padre Celestial sabe hasta donde
llegaron. Por eso, os digo que lo mismo que Yo superé la dura prueba de la
Redención, vosotros superareis la prueba que Dios os de o que Él permita, solo confiad, confiad, confiad. Quien confía
en su Padre puede dormir tranquilo y seguro de que con El todo lo superará,
pero no tengáis más miedo que el de caer en el pecado, porque Mi enemigo mortal
os mete el temor al sufrimiento y os lo agranda mucho más. Creed que Dios no os
dará nada que no podáis soportar y a muchos no os dará ni siquiera poco, porque
se santificarán con la oración y el ayuno. Yo, Jesús, os hablo.
Tened ánimo, hijos de Dios, que Yo vuestro Hermano,
tampoco os dejaré, pero confiad, confiad
y confiad. Consagrad a vuestros menores a Mi Santa Madre y ponedlos en sus
manos. Haced la consagración en estado de gracia y poned a los pequeñuelos en
las manos de Su Santa Madre, que Ella, los cuidará como Me cuidó a Mí a pesar
de los peligros inminentes que también tuve que vencer. Yo, Jesús, os hablo.
Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.