Hijos Míos, es
admirable como muchos cuidáis de vuestras cosas y el celo tan grande que tenéis
al hacerlo. Yo, Jesús, os hablo.
Procuráis que vuestras
computadoras no tengan virus, procuráis que vuestras impresoras no les falte el
tóner, procuráis que vuestras agendas electrónicas tenga batería, todo lo cuidáis admirablemente
y a Mí Me gusta que así sea. Lo mismo vuestros hogares, que limpiáis los
jardines de malas hierbas, que limpiáis los cristales para que se pueda ver,
que recogéis la basura para llevarla a los contenedores para ella, en fin
hijos, os esmeráis por vivir en un ambiente sano y preparado para vuestras
tareas.
¿Y por qué no hacéis lo
mismo con vuestras almas y también las limpiáis de pecados, que son virus
terribles que os pueden llevar a una muerte eterna? No hay mayor basura que el
pecado, y sin embargo, permitís que anide en vuestras almas. Quien tiene el
alma sucia, no puede ver con claridad. Si no la limpiáis como vuestros cristales,
no tendréis luz apropiada y todo lo veréis distorsionado. Yo, Jesús, os hablo.
¿Y no hay peor mala hierba que el pecado, las
faltas, la envidia la codicia, la pereza, ¡ay hijos! ¿por qué no limpiáis de
esas malas hierbas vuestras almas? Algunos preguntareis que como se hace, pues
bien, acudid a un confesor bueno, un sacerdote que sea bueno y cumplidor de su ministerio,
con un buen examen de conciencia hecho, es decir, repasando uno a uno todos los
pecados de los que adolecéis, y los exponéis en el confesionario con propósito
de enmienda, porque si confesáis los
pecados sin proponeros no volver a hacerlos, entonces esa confesión no tendrá
efecto alguno. Yo, Jesús, os hablo.
Algunos decís que hacéis
el proposito de la enmienda pero que luego volvéis a caer. Sí, es verdad,
porque aparte de la confesión debéis fortaleceros con la Eucaristía, y vivir
apartados de las ocasiones de pecar lo máximo posible. Debéis evitar esas ocasiones
y tratar de estar en un ambiente donde no os vengan, porque si sabéis que un programa de televisión
os hace pecar, procurad no ponerlo porque si no vosotros mismos os ponéis en
peligro de pecado. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que
leyendo este mensaje lo pone en práctica.