Todo aquel que desee salvarse, se salvará. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, creéis que la salvación del alma es una empresa laboriosa y muy dura para vuestra naturaleza limitada y flaca, pero no hijos, no, porque el alma que de verdad, de corazón desea salvarse, intentará poner todo lo que esté de su parte para que así sea y, en aquellas cosas o situaciones donde su esfuerzo no sea eficaz, Yo, Jesús, que Soy el Salvador, la ayudaré cuantas veces hagan falta.
Pero hijos, debéis tener deseo y voluntad de querer salvaros para que esto llegue a ser una realidad, porque si pasáis de todo y menospreciáis la empresa más importante de vuestra vida que es salvar vuestra alma, entonces, si a vosotros no os importa, ya podéis imaginar que aunque a otras almas o a Mí importe vuestra salvación, sin vosotros y vuestra colaboración poco o nada se conseguirá. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, os lo vuelvo a repetir por enésima vez, asistid espiritualmente a Mis moribundos, llevadles al sacerdote y que los reconforten espiritualmente, que aunque parezca que el agonizante no se entera de nada, Mi Santo Espíritu actuará en su interior para que no sea así. ¡Sacerdotes! No ignoréis a Mis moribundos, id a visitadlos, ofrecedles preces y misas, no olvidéis esta importante obra de misericordia y haced con ellos lo que os gustaría que hicieran con vosotros en esos momentos últimos de existencia. Yo, Jesús, os hablo.
Todo lo que os ayudéis de una forma u otra unos a otros, a través de la oración, penitencias, intercesión o acciones, Yo no lo olvidaré eternamente, porque el que colabora con el Cielo en el bien de las almas y sobre todo con los moribundos, el Cielo lo recordará eternamente y el será el primero en beneficiarse.
Hijos Míos, vosotros no sabéis si vuestras oraciones son eficaces, pero Yo os digo que las unáis a Mis méritos y Mi Preciosísima Sangre para que lo poco o mucho que hagais, sea efectivo por medio Mío. Yo, Jesús os hablo y os lo pido. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.