Sacrilegios y más sacrilegios se están dando por todas las partes y
los párrocos duermen tan tranquilos, sin considerar que sus feligreses comulgan
sacrílegamente. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios, debéis reparar mucho más de lo que lo hacéis, debéis
sacrificaros más de lo que os sacrificáis, porque las almas viven en pecados
horrendos y comulgan tan tranquilamente, y los párrocos poco o nada hacen para
instruirlas en las sendas del bien y de la santidad.
Cuando alguien se acerque a confesar debéis indagar en su vida, que
muchos tienen pecados inmunes que no han confesado, ni han reparado, y de los
que no se han arrepentido. Yo, Espíritu Divino, os hablo.
No puede un alma llegar al ocaso de su vida sin confesar exhaustivamente
todos sus pecados y repararlos o llorarlos, porque hijos, como se encuentre el
alma en el momento de la muerte, así entrará en la eternidad y, muchas, muchísimas,
no se podrán salvar, cuando en esta vida lo tienen tan fácil y no lo
aprovechan.
Párrocos, hablad con claridad y realidad. El pecado es abominable a
los ojos de Dios y hay que erradicarlo del alma confesándolo y haciendo propósito
de nunca más pecar. Hay varones que son infieles a sus esposas y van a comulgar
delante de ellas para que crean que son buenos. ¡Ay de ellos! ¡Ay de ellos,
hijos de Dios! Porque a la mirada de Dios no se le escapa absolutamente nada.
Acudid hijos, a la Inmaculada, Madre santa que Dios os dio para
vuestra ayuda. Pocos la tienen una verdadera devoción. Acudid a Ella y pedidle
la ayuda necesaria para salir del pecado y erradicarlo del alma de una vez por
todas. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Tenéis que practicar más y mejor el Sacramento de la Penitencia, y los párrocos y capellanes de Hospitales y Residencias,
deben preparar adecuadamente a sus encomendados, o ellos serán también culpables
de los pecados de sus feligreses y encomendados. Yo, Espíritu de Dios, os hablo
y pido que cambiéis de vida. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree
y lo pone en práctica.