Los Ángeles en el Cielo ponen su mirada sobre los hombres que vagan por la tierra e interceden por ellos y tratan de ayudarlos en situaciones caóticas o dolorosas que vayan a tener. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, hermanos de Mi Santa y Divina Humanidad, aunque seáis seres terrenales, humanos, Yo deseo que os comuniquéis con los Ángeles del Cielo que son seres celestiales, porque Mi Padre Eterno a todos os creó con la misma medida de amor y vio que era buena vuestra creación.
Sois todos tanto en el Cielo como en la Tierra , miembros de una misma familia celestial cuyo Padre es Dios Altísimo. Y si bien vuestra naturaleza es diferente a la angelical, tenéis en común al mismo Padre Celestial y la misma Casa Celestial que es el Cielo, donde iréis a morar si os salváis. Yo, Jesús, os hablo.
Invocadles, recurrid a su ayuda encomiéndales situaciones, y veréis como ellos que tanto os aman porque sois sus hermanos por tener un mismo Padre Celestial, no os fallan si los invocáis con convencimiento. Yo, Jesús, os hablo
Toda la creación la dispuso Mi Padre Eterno con inmenso y purísimo amor. Deseaba para todos sus seres creados una gran felicidad, pero el pecado que es un mal tan grande y que se opone a los planes de Dios, todo lo ensució y muchas cosas las malogró porque hijos, si Dios es infinita bondad, no puede consentir ni un solo pecado y a sus ojos el pecado es repugnante y una gran abominación que trae a quien lo cometió males terrenales y males eternos, porque el pecado hijos Míos, es muerte y la muerte carece de vida. Yo, Jesús, os hablo.
Quien tenga conciencia de que vive en pecado mortal, no posponga por más tiempo la confesión sacramental y devuelva a su alma la vida de la gracia que le ha quitado, porque un alma muerta por el pecado sin quererlo confesar no puede entrar en las morada celestial que es el Cielo. Yo, Jesús, os hablo. Mi paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.