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Tantas veces como reclamamos justicia y reinvindicamos nuestros derechos, tambien Dios tiene sus derechos que son deberes para con nosotros. Fue Jesucristo quien nos dijo: Dad a Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar. Pues tomemos nota y cumplamos lo que a Dios le corresponde que le demos: AMOR, ADORACIÓN, GRATITUD Y REPARACIÓN.



14 de marzo de 2012

UNA ANÉCDOTA VERDADERA

Les voy a contar esta anécdota para que vean que también en las cosas de cada día Dios nos socorre.

Un día mi hijo de 18 años me dijo que se quería ir al campo a pasar la noche con sus amigos en una tienda de campaña. Era el mes de diciembre y las temperaturas eran muy , muy bajas, y habia muchas heladas. Mi marido y yo tratamos de persuadido de que no se fuera, temiendo que se quedasen helados por las bajas temperaturas de donde pensaban ir.

No hubo forma de persuadirlo y todo su afán era irse, alegando que llevarían mantas y se pondrían varios jerseys. Mi preocupación era inmensa y a la vista de que no podía convencerlo, y comprobando que de nada valían mis razonamientos ni los de mi marido,  decidí acudir al Sagrado Corazón de Jesús. Con los ojos arrasados en lágrimas y con el corazón afligido, le pedí  ayuda, y le dije que interviniera El en este asunto donde me sentía impotente.

Mi hijo y sus amigos ya lo tenían todo preparado, mochilas, cafeteras, alimentos, todo.  Y el día en que se iban al campo, a eso de las 6 de la mañana (una hora antes de irse)  empezó a llover de una forma increíble, digo increíble porque llevábamos varios meses de sequía. Tal era la forma de llover que en 40 minutos quedó todo anegado por el agua, si eso sucedía en la ciudad ¿qué no sucedería en el campo? Yo no daba crédito al ver la forma de como llovía, porque vi. que gracias a esa lluvia, mi hijo ya no podría irse al campo por la forma en que se había empapado todo.

Al levantarse mi hijo  y ver lo que pasaba, desairadamente me dijo: ¡Seguro que has rezado al Sagrado Corazón para que no pudiera irme! ¡Seguro! Y le contesté: Sí, así es, se lo pedí anoche Al Corazón de Jesús a la vista de que no te podía convencer de que te quedaras. Sin duda alguna por mi parte estoy segura que la lluvia la mandó el Señor para evitar que se fuera,  pues  gracias a esa lluvia, ni mi hijo, ni el resto del grupo pudieron irse al campo, donde imprudentemente e innecesariamente hubieran arriesgado sus vidas.  Catalina López