Hijos de Dios, la creación pensada y realizada por el Padre Eterno era una creación de hombres y mujeres felices, los cuales, pasando por este mundo luego irían al Paraíso a gozar de la felicidad eterna. Dios les pidió que obedecieran sus mandatos, y que la ley natural que todo hombre lleva impresa en su corazón fuera cumplida adecuadamente.
Dios pidió al hombre que viviera en consonancia con El para que así sus pasos fueran acertados y sus fines dieran gloria al Altísimo. Pero ved, que el hombre desde el primer momento de su creación desobedeció Su mandato y puso sus criterios antes que los de Dios mismo, y así, como consecuencia de desobedecerle, la catástrofe del pecado se hizo patente en este mundo y fue la herencia de todas las criaturas. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
¿Cómo puede pensar una criatura que pueda saber más que su propio Creador? ¿Cómo puede un ser creado anteponer su inteligencia y saber más que el Creador? Hijos, todo el mal que hay en este Planeta es consecuencia del pecado, y el pecado, es consecuencia de anteponer vuestros propios criterios a los de Dios, que sabio y omnipotente dispuso unas leyes divinas, leyes que están inscritas en vuestros corazones, para que todo aquel que no haya podido llegar a conocerlas sepa en su interior lo que es bueno y lo que es malo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Si sentís que matar es un pecado horrible, quien lo haga esta anteponiendo sus juicios a los de Dios. Si sabéis que el robar es un pecado, el que lo hace esta anteponiendo sus leyes a las de Dios. Y así, el que va contra Dios Altísimo, sus consecuencias no pueden ser santas, porque Dios es santo y sus leyes y normas son santas y divinas, y no hay criatura alguna que las puedan conculcar ni mucho menos erradicar. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Pero por si esto fuera poco, vino el Redentor del mundo, Hijo de Dios Altísimo, e igual en sabiduría y poder que el Padre Eterno y os recuerda de nuevo las leyes de Dios y las corrobora de tal forma, que no haya ninguna duda al respecto, y os dice que el que repudia a su mujer la pone en peligro de adulterio (Mt 5,32) y os manda amaros unos a otros (Jn 15,17) reprobando la ley que entonces se practicaba de ojo por ojo y diente por diente. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Que nadie quite o ponga absolutamente nada de lo establecido por Dios desde el principio de la Creación. Que nadie anteponga sus criterios a los sapientísimos juicios de Dios, porque todo lo que pongáis o quitéis si no está establecido por Dios, serán leyes o criterios de perdición. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.