Amaneceres gloriosos verán los hijos de la luz,
aquellos que fueron fieles a Dios en el
gozo y en la prueba. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios, no podéis ni siquiera imaginar lo que
Dios todopoderoso tiene preparado para aquellos que le aman y que le amaran
hasta el último instante, porque hijos, Dios que es amor, es un Ser que paga
como no podéis suponer, ya que El da el ciento por uno y aun mucho más. Yo,
Espíritu de Dios, os hablo.
Pero aquellos que rechazaron la gracia divina,
aquellos que dedicaron su vida a amarse a sí mismos, aquellos que no quisieron
sacrificarse y buscaron siempre sus deleites, aquellos tuvieron ya su recompensa,
porque el que desoye la voz del Espíritu, rechaza su bien, puesto que nadie
como Dios puede otorgar una dicha inmensa al alma más que El mismo. Yo,
Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios que padecéis toda clase de
tribulaciones, unos en la salud, otros en
la economía, otros en el afecto, no os preocupéis y aguantad hasta el final,
que la dicha que os espera es inmensa si os mantenéis firmes en la prueba y no
perdéis ni la fe, ni la confianza en Dios todopoderoso. El os purifica aquí en
la Tierra para aliviaros en la otra vida de purificaciones peores, y todo lo que
soportéis con paciencia y amor será
recompensado con creces, porque os ayudará
a crecer en la virtud y a reparar vuestros pecados. Yo, Espíritu de Dios,
os hablo.
Hijos de Dios, procurad el bien para vuestros
hermanos, todos los de vuestro entorno, ayudadles en sus pruebas, aquellos que
están débiles en la fe, ayudadles vosotros, habladles del amor de Dios y de lo
efímera que es esta vida, y aunque parezca que lo que le decís no les sirve para
nada, en su momento esa semilla fructificará y dará su fruto, pero ayudad a los
que sufren compartiendo sus padecimientos, rezando por ellos, sacrificándoos por
ellos, ofreciendo por ellos Misas y Rosarios que tanto bien les harán si los
ofrecéis por amor a Dios y a las almas. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Así pues hijos, no os desalentéis, no perdáis la
esperanza, vuestros padecimientos son fructíferos, el Cielo los toma para
ayudar a la Iglesia Santa de Dios, a las almas que están indecisas a la hora de
partir, a los que aun no saben de Jesucristo, a los que aun no aman a María.
Sed generosos en aceptarlos y ofrecerlos siempre, para que no se pierdan y para
que aprovechen a otras almas, no solo a la vuestra. Yo, Espíritu de Dios, os
hablo y os instruyo. Paz a todo aquel
que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.