Hijos
Míos, sé que muchos de vosotros soportáis atroces sufrimientos que os llevan a
vivir una vida espiritual heroica, porque tener fe y perseverar en la prueba es
una de los mayores dones que podáis recibir.
Sé que
muchos que vivís en santidad sobrellaváis estos sufrimientos y que encima soportáis
tentaciones terribles en los que mi enemigo mortal os dice: ¿Ves como te trata Dios? Lo sigues y encima
te castiga….
Pero no
hijos, no, no es un castigo el sufrimiento en vosotros, sino un inmenso don,
porque la cruz aceptada y sobrellevada os hace santos a un ritmo enorme y os
hace otros cristos terrenales en los que Mi Padre Eterno se consuela y se evade
de tanta podredumbre como hay en la Tierra. Yo, Jesús, os hablo.
Los que sufrís
y lleváis la cruz sin exasperaros con amor y dignidad, sin buscar consuelos
humanos, sois Mis hermanos gemelos, porque la
fisonomía de vuestra alma es muy semejante a la Mía. Yo, Jesús, os
hablo.
Ved que
Mi Santa Madre también padeció, y Ella, más se unía a Mi en el dolor porque sabía
que eso consolaba Mi lacerado Corazón y Me ayudaba a llegar al final de la
prueba, porque hijos, Yo era Dios, sí, pero también era hombre verdadero con Mis
limitaciones propias de la naturaleza humana y Me repugnaba el dolor como a
cualquiera, pero como Mi mayor deseo era hacer la voluntad del que Me envió, bebí
el cáliz de la amargura hasta el final.
Yo, Jesús, os hablo.
Confiad en
Mi todos los que sufrís y los que Me amáis. Si un amigo terrenal no os
abandonaría en la amargura y en el dolor punzante de alma y de cuerpo, Yo que
Soy vuestro Amigo celestial tampoco os dejaré. Además Soy el Amigo fiel por antonomasia
y estaré a vuestro lado hasta el final de vuestra prueba, que algunos la terminaran
con el paso de esta vida a la otra. Yo, Jesús, os hablo.
Sacerdotes Míos, sacerdotes que deseáis santificaros por medio de vuestro ministerio, no dejéis el breviario, no omitáis las horas canónicas, rezadlas siempre, tengáis tiempo o no lo tengáis, porque el demonio sabe que el sacerdote que deja el oficio divino le ha abierto de par en par la entrada y lo atacará sin miramiento. Yo, Jesús, os hablo. Así pues, de todas vuestras obligaciones poned las horas canonícas en uno de los primeros lugares, porque el rezo de ellas es un sagrado deber y una medicina excepcional que os ayudará a vencer batallas y a santificaros en vuestro ministerio. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo.
Sacerdotes Míos, sacerdotes que deseáis santificaros por medio de vuestro ministerio, no dejéis el breviario, no omitáis las horas canónicas, rezadlas siempre, tengáis tiempo o no lo tengáis, porque el demonio sabe que el sacerdote que deja el oficio divino le ha abierto de par en par la entrada y lo atacará sin miramiento. Yo, Jesús, os hablo. Así pues, de todas vuestras obligaciones poned las horas canonícas en uno de los primeros lugares, porque el rezo de ellas es un sagrado deber y una medicina excepcional que os ayudará a vencer batallas y a santificaros en vuestro ministerio. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo.