Luceros y
resplandores verán Mis fieles almas cuando muchos del mundo verán solo
tinieblas. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Hijos de Dios, ya
están cerca las tinieblas absolutas de la Humanidad, tinieblas ellas,
consecuencia de las tinieblas tenebrosas que tienen sobre el bien y consecuencia de las leyes satánicas
que viven, aprueban y disfrutan.
Porque hijos de Dios, si el pecado no fuera castigado, el mundo que habría
creado el Padre Celestial sería eternamente basura y sería para la condenación
eterna de toda la Humanidad. Así se salvarán aquellos que sigan las leyes de
Dios, las pongan en práctica y las propaguen. Yo, Espíritu de Dios, os hablo
Que doloroso es para
la Santísima Trinidad tener que castigar la obra de amor que hizo al crearos a
todos, buenos y malos. Pero son pocas las almas buenas y fieles a los deseos
del Altísimo, porque hay miríadas y miríadas de almas malas, perversas, llenas de odios y rencores, que se encaran con
Dios Altísimo acusándole de todas sus desgracias. ¡Cuánta equivocación por no
tener luz! El pecado ciega al alma, y embota la mente, y los criterios
personales se ponen los primeros sin tener en cuenta ni la experiencia de los
sabios, ni las vivencias de los santos, ni el ejemplo de los mártires y de los
fieles a Dios. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Aun estáis a tiempo
de rectificar vuestra vida de carroña y
perversión. Aun podéis enmendaros y tomar el camino de la salvación, pero
la soberbia os ciega hasta el punto de que no sabéis ver ni verdad, ni amor en
ningún sitio, ni siquiera en Dios, porque solo os amáis a vosotros mismos con
un mal amor, ya que no sabéis ni amaros bien a vosotros mismos porque el
egoísmo es veneno para la salvación del alma. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Acudid a la Santa de
las santas, a María Santísima, la Madre de Dios y también Madre vuestra en la
gracia. Acudid a Ella que tuvo un cuerpo como vosotros, que era una de
vosotros, humana y terrenal, y supo
alzarse por encima de todas las perversidades y pecados de la Humanidad y salir
victoriosa en su vida, venciendo una y otra vez a la serpiente. Así que hijos
de Dios, hijos de María, acudid a quienes os pueden ayudar, también a San
Miguel Arcángel que tiene fuerza y poder
para vencer el mal y a Satanás y a sus secuaces. Yo, Espíritu de Dios, os hablo
y os instruyo