Hijos Míos, las almas pequeñas nada
deben de temer porque Mi Santo Espíritu las suplirá en todas las carencias que
tengan. Yo, Jesús, os hablo.
Si vosotros los humanos a veces
dais limosnas a los pobres de vuestro entorno, el Cielo a los pobres de
espíritu les dará todo lo necesario para su salvación, aunque ellos no nos lo
pidan. La misericordia divina alcanza a suplir a aquellas almas pequeñas y
limitadas que no dan más de sí. Por eso, hijos de Dios, no os preocupéis si no sabéis como guiar vuestras almas,
porque Mi Santo Espíritu os guiará y no lo advertiréis ni siquiera. Yo, Jesús,
os hablo.
Tratad de cumplir en todo momento
Mi Palabra divina, haciendo el bien cuantas veces se os presente, y abandonaos
en Mi Corazón divino que allí seréis socorridos abundantemente. Esto lo digo porque hay almas mal formadas en Mi
doctrina, limitadas en su intelecto, pobres de espíritu, que a veces se preguntan
si van bien o van mal por caminos de salvación. Hijos, Mi Espíritu Divino no
permitirá que se equivoquen y si alguna vez lo hicieran, El les dará luz
suficiente para enmendar los errores. Yo, Jesús, os hablo.
Esto no quiere decir que
desmerezcáis los consejos de un buen sacerdote, o de otras personas que estén
bien preparadas en las cosas de Dios. Tampoco quiere decir que no pongáis nada
de vuestra parte. Quiere decir que allá donde vosotros no alcancéis, Mi
Espíritu Divino os suplirá y os iluminará. Yo, Jesús, os hablo.
Confiad en el Cielo, que el Cielo
está pendiente de vuestros pasos, para que al igual que una madre cuida a sus
hijos, no tropecéis en piedras pecaminosas que os maten el alma eternamente.
Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo
cree y lo pone en práctica.