Aquel que quiera salvar su vida la perderá y el que la perdiere por Mí, la salvará (Mt 16, 25). Yo, Jesús, os hablo.
Hay muchas almas, muchas que se emplean en darse gusto a sí mismas y aunque sus inteligencias les advierte de que existe un Dios que los juzgará, es tanto el amor que se tienen que hacen oídos sordos a sus razonamientos y se emplean en prosperar, en tener notoriedad, en brillar en esta sociedad y en ser reconocidos como hombres o mujeres de mucho valer. Yo, Jesús, os hablo.
¡Necios! ¡Más necios no se puede ser! Porque nada, NADA de lo que consigáis en esta vida os lo podréis llevar (a la otra) y la generación que os reconoció también se extinguirá a la par que vosotros, así pues, vuestra siembra es engañosa y para nada os servirán vuestros logros en la eternidad ni ante Mis juicios, si ellos no han sido empleados para salvaros, darme gloria o para el bien de las almas. Yo, Jesús, os hablo.
Aquel que se ama a sí mismo sus obras brillarán en esta vida pero el que no Me reconoció a Mí en ellas, no será reconocido en la eternidad, porque la fama es perecedera pero el amor a Mí en las obras, es eterno. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos que sabéis que estáis dotados de talentos, negociadlos para el Reino de los Cielos y no para vuestra propia gloria, porque el Reino de los Cielos es eterno y no efímero como esta vida. Dios os dio valores e inteligencia para que los empleéis en el bien de las almas y para Mi gloria, pero vosotros solo buscáis la forma de ser reconocidos y aplaudidos por este mundo, que os olvidará poco después de que vuestros ojos se cierren. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.