Y Me hice Hombre. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, Soy la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que Me hice Hombre, para tener un cuerpo como el vuestro y poder con ese Divino Cuerpo reparar e Mi Padre Eterno la deuda que esta Humanidad contrajo por causa del pecado oirignal. Y Yo, por voluntad de Mi Padre Eterno y la Mía propia, Me hice Hombre para redimiros de ese pecado y abriros las puertas del Cielo. Yo, Jesús, os hablo.
Vine a la Tierra y viví como vosotros, trabajando, alimentándome, durmiendo y soportando el frío y el calor al igual que vosotros. Soportando la fatiga y sufriendo necesidades al igual que vosotros. No creáis hijos Míos, que porque era Dios Mi vida fue fácil, no hijos, no, porque Mi Padre quiso que en todo fuera igual que vosotros menos en el pecado.
Ya desde Mi tierna infancia fuí perseguido por Herodes y tuvieron Mis padres que huir para que no Me mataran. Yo, que era Dios no utilicé Mi divinidad para librarme de ningún dolor que Mi Padre Me quisiera mandar. Y así, Mi Pasión fue dolorosísima porque la padecí como Hombre y más dolorosa aun porque como Dios tuve presente todos los pecados de las almas durante todos los siglos que durará esta Humanidad. Yo, Jesús, os hablo.
Soy Jesús de Nazaret, Vuestro Redentor y si por todos y cada uno de vosotros padecí tanto, debéis pensar lo mucho que os amo para llegar a esos extremos, sin excluir a nadie de Mi Pasión. No dije solo padeceré por los que Me amen, no hijos, no, Mi Pasión fue universal, muy sangrienta y muy dolorosa física y moralmente por el dolor que Me producía (ver) tanta traición y apostasía a lo largo de los siglos. Meditad hijos Míos en Mi cruentísima Pasión, pararos en ella a meditar. Alimentad vuestras almas con cada acto de Mi Pasión y pedid luz al Espíritu Santo para que os haga ver en la dimensión correspondiente lo que padecí.
Soy Jesús, Vuestro Redentor. Mi amor por vosotros es tal que volvería a padecer nuevamente para demostraros hasta donde os amo, vosotros que sois tan miserables no podéis valorar hasta donde llega Mi amor, porque Mi amor es infinito, único, inigualable y es por ti alma que lees este mensaje y por todas las almas del mundo.
Yo os di esa gran lección de amor en el Calvario y pedí perdón por los que Me crucificaron, como pido por vosotros ante Mi Padre Eterno para que no os perdáis eternamente. Hijos Míos, no os olvidéis de Mi amor. ¡No os olvidéis! Tenedlo siempre presente, para que cuando os sintáis despreciados, olvidados, ignoraros, recordéis que Yo, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios Altísimo, os amo con locura.