Los caminos de Dios son impensables. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, muchos de vosotros que leéis estos mensajes habríais querido ser sacerdotes, religiosos o monjas, pero estáis en un estado de vida diferente al que os propusisteis, pero hijos, no debe eso preocuparos, porque quien cumple Mi Mandamientos adecuadamente, uno por uno, está cumpliendo lo necesario para salvarse. Yo, Jesús, os hablo.
Cierto que si estabais llamados a otro estado de vida de más perfección, habríais podido llegar a niveles más altos de santidad y a una mayor corona en el Reino de los Cielos, pero puesto que ahora no estáis en ese estado de perfección, que por una u otra razón no pudisteis llegar, ahora vivid lo más perfectamente posible en el estado en que os encontráis, viudos, solteros o casados, porque mientras estáis en esta vida, podéis ser muy santos en cualquier estado y darme inmensa gloria siendo fieles a Mi voluntad.
Hijos Míos, en estos tiempos de tanta apostasía necesito almas que con su vida ejemplar sean modelos de perfección para quienes los vean. Procurad ser mansos y humildes de corazón como Yo lo era (Mt 11, 29). Procurad ser pacientes en la enfermedad o con los que os exasperan. Hijos, sed buenos y auténticos cristianos para que seáis ejemplo para quienes os tratan y os ven, así que aspirad cada día más a ser mejores y a erradicar de vuestras costumbres esas faltas cotidianas que constantemente cometéis y que son tan difíciles de quitar, como lo son de una de dieta de adelgazamiento los últimos kilos. Yo, Jesús, os hablo.
El vencerse cada día en lo pequeño es un camino de heroicidad, porque lo pequeño pasa inadvertido y solo Yo lo se, por eso, tenéis que vencer cada día esa pereza al levantaros y hacerlo prontamente. Esa desgana en hacer aquello que os cuesta. Ese sufrir sin quejas las inclemencias del tiempo. Esos juicios que hacéis a quienes tratáis. Hijos, no seáis vosotros de los que ven la paja en el ojo ajeno y omitís la viga en el vuestro (Mt 7, 3)
Sed caritativos y misericordiosos como Yo lo fui. Vivid Mi Evangelio tal cual, porque si lo conocéis y no lo vivís, seria una gran necedad por vuestra parte y, confesad asiduamente para que vuestra alma se fortalezca con la gracia de los sacramentos. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.