Nadie que se acoja a Mi Santo Espíritu y se deje guiar por El, errará en su camino hacia la eternidad. Yo, Jesus, os hablo.
Hijos Míos que buscáis tantos y buenos maestros para vuestros hijos y para vosotros mismos, ved que el Maestro por excelencia es Mi Divino Espíritu, que enseña como nadie verdades de Vida Eterna. Acogeos a El y pedidlo en vuestras oraciones, vosotros que pedís por los enfermos, sacerdotes, moribundos y pecadores, pedid también que venga Mi Santo Espíritu a vosotros y que os abra la mente a las verdades eternas, porque El es el Santificador de las almas y el Maestro interior que obrará en vosotros maravillas. Yo, Jesús, os hablo.
Pero el enemigo mortal de las almas también está al acecho para impedir que el Santo Espíritu os invada, porque sabe que si seguís lo que os inspire, el perderá las batallas que desea librar contra vosotros, el estará perdido en vuestras almas porque no tendrá nada que hacer. El no desea que las almas tengan buenas disposiciones en la oración para que no oigan la voz de Mi Espíritu, y así las distrae con mil cosas, tratando que la oración salga mal y no les aproveche.
Hijos Míos, guardad silencio y concentración cuando estéis en oración o adorándome en el Santísimo Sacramento. Tened composturas adecuadas ante Mi Majestad. No crucéis las piernas, ni estéis disipados mirando de un lado a otro, solo concentraos ante Mi presencia santísima en el Sagrario o en el Santo Sacramento y dejad que con esas buenas disposiciones, Mi Santo Espíritu os ilumine para que obréis con acciones de santidad, inspiradas por El.
Comprobad que cuando hacéis una oración en condiciones os volvéis más pacientes, más humildes, más despegados del mundo. Sí, hijos, sí, comprobadlo, porque si hacéis una oración y no salís con estos frutos, esa oración ha sido poco o nada provechosa, por eso, colaborad con Mi Santo Espíritu comportándoos adecuadamente ante Mi presencia, hacedlo como un Ángel se comportaría, yendo vestidos recatadamente y dejando afuera del Templo las cosas del mundo que nada tienen que ver con las del Cielo. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.