Hijos Míos, hijos benditos de Mi Corazón, os pido que seáis muy fieles a los compromisos espirituales que habéis dispuesto hacer, y no digáis, hoy si los hago mañana ya veremos. Tenéis que ser muy fieles y superar cansancios, perezas y apatía, y ofrecer al Cielo el plan espiritual que tenéis marcado, porque con esta fidelidad y firmeza vencéis cada vez con más facilidad las insidias de Mi enemigo mortal que quiere haceros sucumbir para que no hagáis ni ofrezcáis lo que habéis decidido darme. Yo, Jesús, os hablo.
No dejéis el rezo del Santísimo Rosario, ni la visita al Sagrario, mucho menos la Misa y los sacramentos. Si un día los dejáis, al otro día estaréis más perezosos para emprenderlos, porque hijos, así es la naturaleza humana, que se relaja y cada vez tiene menos ánimo para cumplir los compromisos que ofreció a Dios y al Cielo. Yo, Jesús, os hablo.
Se hijos Míos, que muchos dormís mal, que estáis cansados, estresados, pero tenéis que sobreponer la fatiga para cumplir lo propuesto, Yo os ayudaré, y lo mismo que no dejáis de comer, de asearos, de oír o leer las noticias, así debéis de hacer con los compromisos espirituales, o correréis el riesgo de mundanizaros y de adquirir un espíritu mundano, engañándoos a vosotros mismos admitiendo que no pasa nada porque dejéis un día la Misa o el Rosario.
¡Esforzaos hijos, esforzaos! porque si no vuestro espíritu se debilitará y será abúlico para las cosas de Dios, que cuanto menos las cumpláis, menos os gustarán y al revés, cuanto más os esforcéis por cumplirlas, más necesitareis de ellas y más os gustarán. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.