El alma
que vive sumergida en Dios y en su contemplación, será un alma que tomará parte
en Mi Reino celestial, porque quien en esta vida gustó y saboreó a Dios, en la
otra lo gozará por toda la eternidad. Yo, Jesús, os hablo.
Quien se desentiende
de Dios en esta vida, Dios se desentenderá de esa
alma en la otra, porque quien en su vida no da gloria ni culto a Dios, Dios no
la recibirá en Su Reino, puesto que ella misma escogió el camino de ignorarlo y relegarlo. Yo, Jesús, os hablo.
Pero aquellas almas
que viven tratando de superar sus faltas, tratando de ser mejores (aunque no lo
consigan) aquellas que dicen Mi santo Nombre con respeto y amor, esas entrarán
a tomar parte del banquete celestial, ya que no Me olvidaron en sus vidas
y supieron nombrarme con respeto y amor.
Por eso hijos Míos, no
os extrañéis de que se salven personas que vivieron fuera de los sacramentos,
personas que Me tuvieron temor y respeto
y que si no practicaron los sacramentos fue más por ignorancia del beneficio de
los mismos que por indiferencia, pero que luego en la adversidad se santificaron,
Me llamaron (Rom 10,12-13) y Me pidieron ayuda, reconociéndome como un Ser superior y divino que lo puede todo. Yo,
Jesús, os hablo.
Esto no quiere decir que no practiquéis los sacramentos,
porque tenéis que tender a la perfección y se os pedirá cuentas de todo, esto
quiere decir, que multitud de almas se salvan por Mi misericordia y Mis juicios
divinos que son totalmente opuestos a los vuestros. Hijos, debéis de catequizar
y enseñar al que no sabe, hay muchas almas con hambre de Dios y desean ser
informados de las cosas de la religión. No os de reparo, ni tengáis respetos
humanos, tratad de enseñar el verdadero camino de la santidad a cuantos están en
vuestro entorno, porque Yo estaré con vosotros cuando lo hagáis procurando que
lo que les digáis caiga en su alma como lluvia beneficiosa en tiempo de sequia.
Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo
pone en práctica.