no lloréis por Mí hijos, no lloréis por
Mí, llorad por vuestros hijos (Lc 23, 28) y vuestros cónyuges, llorad por
vosotros mismos que camináis errados, rectos a la perdición eterna. Yo, Jesús,
os hablo.
Lamentáis
constantemente los abusos que cada vez se ven en la Sagrada Eucaristía, pero os
digo que esos abusos, esas comuniones sacrílegas, ese saltase las normas
establecidas, son fruto de cómo habéis educado a vuestros hijos y de cómo vivís
vuestra fe, porque debéis padres imponer vuestra autoridad y hablar con valentía
sin dejar el amor, a vuestros hijos y demás familiares de vuestro entorno. Debéis
decir que Mi Sacratísimo Cuerpo debe ser tomado con el alma limpia de pecado y rencores,
y con sumo respeto y reverencia y no
ir a comulgar como quien va a coger una entrada para un espectáculo. Yo, Jesús,
os hablo.
Ante
todo debéis predicar con el ejemplo asistiendo decentemente y sin excesos en peinados, maquillajes, piercings y demás,
porque hijos, si vestís como payasos, no os tomaran en serio y deseo que Me recibáis
con una vestimenta digna y normal, nada de excentricidades ¡que no estáis en el
circo! Yo, Jesús, os hablo.
Y esas
faldas cortas y provocativas que visten vuestras hijas debéis destruirlas, porque tanto el padre como la madre que
consintió eso para sus hijos se le pedirá cuentas y no digáis que es la moda y
que muchos van así, eso no Me vale, así que tenéis que procurar que vuestros
hijos e hijas, vistan y actúen cristianamente sin tolerar en absoluto nada que
no sea así. Yo, Jesús, os hablo.
Veis la
paja en el ojo ajeno y no veis la viga en el vuestro (Lc 6, 41) y Me tenéis muy
disgustado por los caminos pecaminosos
que recorren vuestros hijos e hijas y que a vosotros no os preocupan.
Por tanto, posponed vuestra conducta y poneos en acción a Mi favor, porque el
que no está Conmigo está contra Mí (Lc 11, 23) y quien está contra Mí no tomará parte en Mi
reino. Yo, Jesús, os hablo y os advierto.
Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.