Es doloroso para nuestros Sagrados
Corazones, ver como las almas rechazan una y otra vez nuestra gracia. Yo,
Jesús, os hablo.
Es lo mismo que si
estuvieran enfermas y no quisieran tomar las medicinas que las sanarían, o si
estuvieran envenenadas y no quisieran beber el antídoto que las salvaría. Yo,
Jesús, os hablo.
Yo comprendo, hijos Míos,
vuestra naturaleza humana cargada de flaquezas que os hacen caer una y otra
vez, pero es doloroso e incomprensible que rechacéis las gracias del Cielo que
contantemente trata de entrar en vuestras almas y daros fuerza para vencer la
situación de pecado, y daros luz para saber el camino que tenéis que seguir para
no volver a pecar.
El mal y el bien hijos, dos
columnas que existen en esta sociedad y que existirán siempre. Pero quien está
en el mal y no quiere pasarse al bien,
aparte de doloroso es triste y desolador que Mis almas no quieran salir de su
situación de pecado por los que los tiene tan atrapados el demonio. Yo, Jesús,
os hablo.
Hijos, proponeros salir de
vuestra situación de pecado. Si habéis hecho fraude, devolved el dinero y dad limosnas
que tanto reparan. Si habéis quitado la fama a alguien, enmendad lo dicho. Si habéis
pecado de adulterio y demás, tratad de vencer esa situación para lo que Mi
gracia no os faltará. Siempre os disculpáis ante el mal que hacéis pero el mal
no tiene justificación, ni siquiera si lo hacéis para conseguir un bien. No,
hijos, no, el mal no se debe hacer bajo ninguna circunstancia, porque para Mí
el mal es una abominación que Me repugna y que detesto infinitamente. Yo,
Jesús, os hablo.
Por tanto hijos, amparados
por el manto y el amor de Mi Madre, enmendad vuestras vidas, salid de la
situación de pecado en la que vivís y que os hace esclavos de Satanás y, venid
a Mí que Soy Amor y Sumo Bien. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo
aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.