Reyes, gobernadores,
jueces, altos cargos, todo lo que en esta
sociedad es notable, todo quedará convertido en nada y en miseria, porque lo
que permanecerá de todo ello serán las miserias humanas de cada uno si no se
preocuparon de dar frutos para el Cielo. Yo, Jesús, os hablo.
Los cargos terrenales sean los que sean, no significan nada para el
Cielo, que allí el más pequeño es más grande que cualquiera de la Tierra. Pero
quien se apega al cargo o se cree Importante por ostentarlo, ese está
engañándose a sí mismo, porque cualquier Ángel de Mi Reino es más poderoso y
grande que uno de esos cargos terrenales. Pero si el cargo lo emplea en ayudar
a la sociedad, a los desamparados a los que sufren, en hacer leyes justas y
equitativas, si el cargo es un medio para santificarse y para hacer el bien,
ese llegará muy lejos en el Reino de los Cielos. Yo, Jesús, os hablo.
Mi Padre os pedirá cuenta de los cargos que tuvisteis en la Tierra y de cómo los empleasteis. Si sirvieron para hacer justicia y para dar gloria a
Dios, porque hijos, todos se desvanecerá, todo se extinguirá, todo quedará
reducido a cenizas y a polvo, pero el bien que hagáis pasará las fronteras de
la Vida Eterna, eso será lo que perdurará eternamente. Yo, Jesús, os hablo.
Preparáis a vuestros hijos para que tengan buenas carreras y os
sacrificáis por ello. Me parece muy bien y Me agrada, pero no los preparáis
para entrar en la Vida Eterna, no los evangelizáis, solo os dedicáis a las
cosas terrenales, y las cosas terrenales os deben de servir para entrar en el
Cielo, porque hijos el Paraíso celestial es la meta de todo buen cristiano y
debéis desearlo y procurar ir por el camino que os conducirá infaliblemente a
él. Yo, Jesús, os hablo.
Yo vine para enseñaros el camino de la Vida Eterna, para adoctrinaros,
seguidme y veréis como nos os equivocáis, venid a Mí y seguidme en Mi doctrina
y en Mis leyes, porque son senderos de santidad y de Vida Eterna. Yo, Jesús, os
hablo y os instruyo.