Hijos de Dios, que grande es vuestra dignidad que no sois hijos de
príncipes o reyes, sino hijos de Dios. Que amor el del Padre
que ha querido filiaros a Él y haceros hijos adoptivos, vosotros que sois seres
pequeños y limitados y sometidos a las leyes de la naturaleza. Yo, Jesús, os
hablo.
Pero ¿quién se para a pensar esto?
¿Quién tiene conciencia de ello? Os matáis unos a otros, os calumniáis, os
injuriáis. Pero hijos, ¿qué os pasa? ¿Habéis perdido el juicio? Vivís tan
embrutecidos por el egoísmo y el vicio que no solo no honráis al Altísimo que
es vuestro Padre, sino que no os aguantáis entre vosotros. Sois intolerantes,
incomprensivos, renegados, frustrados, sois de todo lo que el padre de la
mentira es, Mi enemigo mortal, y os parecéis más a él que a vuestro Padre Dios.
Ya desde pequeños inducís a vuestros hijos la malicia, el ojo por ojo, y no los
educáis conforme a la dignidad de hijos de Dios. Yo, Jesús, os hablo.
¿Cómo debe ser el juicio que os espera? No sabéis perdonar, no queréis
escuchar más que a vuestro amor propio traicionero, ególatra y embustero,
porque solo sois indulgentes para vosotros y los vuestros y nada más. Así que
hijos, si os vierais el alma gritaríais de horror al ver en la situación que
está, pero aun así el amor de vuestro Padre Celestial es tan grande que El os
perdona si se lo pedís compungidos y de corazón. Yo, Jesús, os hablo.
Os lo repito por enésima vez, cambiad de vida. Sed misericordiosos, menos
materialistas más espirituales, más tolerantes, más fervorosos y no tratéis de
poner trabas a nadie. Ayudad a vuestros prójimos, no seáis envidiosos que la
envidia es veneno mortal para vuestras almas. Amad, amad, amad y recogeréis amor como fruto. Yo, Jesús, os hablo.
Que nadie se crea que este mensaje no va por él, todos tenéis más o menos
estos venenos en el alma, aunque practiquéis la fe, por tanto, sed buenos como
vuestro Padre Celestial es bueno (Mt 5,48) y perdonad, perdonad, perdonad siempre. Yo, Jesús, os hablo. Paz a
todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica