Hijos Míos, cuan doloroso es para Mí
que os tenga que visitar con la cruz. Yo, Jesús, os hablo.
Pero hijos, sería una santidad engañosa si no pasarais por tribulación,
pues en tiempos de bonanza hasta los paganos Me ensalzan. Yo, Jesús, os hablo.
Aquel que padece pruebas o cualquier clase de tribulación, sea económica,
de salud, de profesión o familiar y la
sobrelleva sin mermar su amor hacia Mí, aquel alcanza en poco tiempo un grado
de santidad muy perfecto y elevado, si bien, ante sus ojos y los ajenos
parecerá la misma persona, no así ante los ojos de Dios, de los Ángeles y de
los bienaventurados. Yo, Jesús, os hablo.
Todo el que Me ama debe cargar con su cruz y no solo cargarla sino
abrazarla y, aun darme gracias por haberle visitado con ella. Yo cojo la cruz y
la llevo a almas que se que Me van a responder, pero si alguna falla, Mi dolor
es más grande que los pecados de mil pecadores, porque hijos, de los que Me
aman lo espero todo, y ellos, también deben esperarlo todo de Mí, dado que el
verdadero amor es confianza en el Amado y no tiene condiciones.
Pedidme hijos la gracia para superar
la prueba, no Me pidáis que os la retire (1), sino que os de la gracia para
superarla, porque es riqueza espiritual para vosotros y se tornará en grados de
gloria en el Cielo si la superáis y si al veniros vivís en estado de
gracia. Y si cuando os llegue estáis en
pecado grave, esa prueba que os traigo será canal o medio para reconvertiros y
volveros antes a Dios si la superáis o la sufrís pacientemente. Yo, Jesús, os
hablo.
Se hijos que sin Mí nada podéis (Jn 15,5), por eso, aunque no Me veáis o no
Me sintáis, también en el dolor estoy a vuestro lado (Salmo 33), no os abandono y adolezco
de ver lo que os tengo que hacer para que crezcáis en santidad. Yo, Jesús, os
hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo
pone en práctica.
(1) Jesús pidió que pasara de El ese cáliz, pero antepuso la voluntad de Su Padre a la de El. Así nosotros.