Hijos Míos, si supierais lo que es la grandeza de
Dios, la infinita belleza, la plenitud de todos Sus atributos en grado
infinito, si lo supierais, no podríais resistirlo y moriríais de amor y de
añoranza de Dios. Yo, Jesús, os hablo.
Porque hijos, Mi Padre Me quiso enviar a la Tierra
para que por Mi medio fuera más fácil el acceso a Él, así viéndome como uno de
vosotros, humano, podéis mejor acercaros a Mi Padre y a lo que es Dios en su
inmensidad, aunque vuestro entendimiento no lo pueda alcanzar nunca ni siquiera
parcamente. Yo, Jesús, os hablo.
Porque antes de Mi venida, El se valió de los
profetas y patriarcas cuyas misiones
eran especiales en la Historia de la Salvación, como Moisés, Abraham, Isaac,
etc. pero después de Mi venida Mi Padre Eterno quiere que os acerquéis a Él por
Mi medio, y todo lo que pidáis en Mi nombre con fe a Mi Padre, Él os lo concederá (Jn 16, 23) porque nada os
puede negar a quien no Me niega en su vida o Me reconoce como el Hijo del Altísimo.
Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, queridos hijos de Mi divino Corazón
que andáis por el mundo mendigando amor y teniéndome a Mí Me ignoráis, si
supierais la de tesoros inmensos que tiene Mi divino Corazón para las almas,
para todos vosotros a quienes amo hasta la locura, hijos, si lo supierais, no
andaríais tan extraviados buscando amores terrenales y viles, amores de
felicidad engañosa, amores que nunca llenarán vuestro corazón, por eso hijos,
tratad de encontrarme, buscadme en el silencio, en la Santa Biblia, en la
oración, en amistades que os hablen de Mí y veréis como Me encontráis, pero si
Me buscáis en amores humanos engañosos, más ególatras que otra cosa, no Me
encontrareis, porque Yo hijos Soy amor y Soy el único y verdadero amor, y solo
Yo os puedo llenar el corazón, el alma,
el espíritu y todo vuestro ser. Yo, Jesús, os hablo.
Cuando Me encontréis de verdad, veréis como ya no
queréis otro amor que el Mío, y veréis como vosotros mismos trataréis
que otros Me encuentren para que Me amen, porque lo manifestareis como la
samaritana lo manifestó a sus vecinos (Jn 4, 28-29) y trató de que otros Me
encontraran. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo
este mensaje lo cree y lo pone en práctica.