Actos reparadores, actos
de amor, actos de alabanzas, debéis hacer a vuestro Redentor que no escatimó ningún
sufrimiento por salvaros de la condenación eterna. Yo, María Santísima, os lo
pido.
Vivís una vida benigna,
sin grandes preocupaciones, sin grandes pruebas, y cuando tenéis un día malo os
quejáis a todo el mundo y no sabéis ofrecer vuestros sufrimientos a Dios y que sean solo de Él. Hijos la vida es así,
unas veces se vive en bonanza y otras en tribulación, lo importante ante Dios Altísimo
es que soportéis y aceptéis con el mismo ánimo lo que Dios disponga, sin
renegar cuando os viene un día malo, y sin consentiros cuando os viene un día
bueno, porque en la vida hay rachas, situaciones buenas y situaciones malas,
pero hijos, la actitud vuestra de aceptación a lo que disponga vuestro Padre Celestial
es vital para vuestra santidad, no es la prueba lo que os santifica, sino la
forma en que la aceptéis, y si no sabéis sufrirla en silencio solo para Dios, perdéis
grandes méritos para vosotros. Yo, María vuestra Madre, os hablo.
Todos en la vida hemos
pasado pruebas, oscuridades, penas, sinsabores, nadie puede decir que no las ha
pasado, esto lo trae el pecado original que trastocó todo en la naturaleza
humana, pero vosotros, los que seguís a Cristo, los que decís que lo amáis, los
que queréis salvaros para estar con El, los que decís que sois Mis hijos, debéis
sufrir pacientemente lo que os sobrevenga, que nunca será mayor a vuestras fuerzas
ni limitaciones. Hijos, Dios os da el alimento amargo en el alma para que seáis
más santos, para que tengáis más corona en el Cielo, para que os salvéis con más
facilidad, pero vosotros solo queréis días buenos, días apacibles, días de no contrariedades,
y no sabéis aceptar lo que el Cielo dispone para vuestro bien y el bien del Cuerpo
Místico, la iglesia. Yo, María vuestra Madre, os hablo.
No dejéis bajo ningún
pretexto la oración, tratad de rezar a lo largo del día de la forma en que podáis.
Unas veces será conduciendo, otras será pelando patatas, otras será mientras camináis,
y si por vuestras ocupaciones poco o nada podéis estar en el Sagrario que es lo
mejor, orad en donde estéis con vuestro corazón y vuestra mente elevada a Dios
Altísimo, alabándolo por lo que os da cada día, pidiéndole Su gracia para soportar
las dificultades, y aceptando con vuestro amor y de corazón lo que Él haya
dispuesto, y si se os hace larga la prueba, pensad que más largo es el Infierno
y que todo merece la pena por libraros de él. Yo, María Santísima, os hablo y
os instruyo. La paz de la Santísima Trinidad esté siempre con vosotros.