¡Alegraos,
hijos en el Señor! ¡Alegraos! Alegraos, porque cada vez más está cerca vuestra
liberación y todos aquellos que en las
duras y en las maduras se mantuvieron firmes en la fe, y en la creencia de que
Yo Soy un Dios de amor, verán brillar el sol en sus horizontes y nunca más se
les eclipsará. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos
de Dios, que camináis heridos en cuerpo y en alma, llega pronto vuestra
liberación, porque Yo que Soy un Dios de amor, también lo Soy de justicia, y el
que se mantuvo fiel a Mí y a Mis enseñanzas, se le cumplirán la promesas de Mi
Corazón. Aguantad un poco más, el tiempo en la Tierra es muy corto y se desvanece
en seguida, pero el tiempo en el Cielo es eterno y nunca tiene fin. Por tanto,
hijos, seguid caminando en Mi doctrina, que vuestra recompensa asombra a los Ángeles
del Cielo, porque aquí en la Tierra pudisteis demostrarme el amor verdadero en
las muchas batallas que tuvisteis que librar. Esto va también por esos sacerdotes
que sufren “martirios incruentos” y por esos obispos que luchan contra
corriente por serme fieles. Yo, lo veo todo, ¡todo! Y como sois Mi consuelo en
la Tierra, Yo seré el vuestro en el Cielo. Yo, Jesús, os hablo.
Resistid
lo poco que os queda. Acogeos a Mi Santa Madre,
a vuestros santos patronos y Ángeles custodios. No dejéis la Eucarística
y resistid hasta el final, que vuestra recompensa será excepcional y
maravillosa. Yo mismo seré vuestra recompensa. Yo mismo os recibiré en el Paraíso
con los brazos abiertos. Por eso, no sucumbáis al desaliento, ni a la desesperanza,
avanzad hacia adelante en Mí, la dirección para ir al Cielo es Mi ley y Mi
amor. Yo, Jesús, os hablo.
Y
cuando sintáis que desfallecéis porque es duro vuestro peregrinar, rogadme que
os aumente la fe y las fuerzas, que Yo, presto estoy para escuchar vuestras
plegarias y despacharlas favorablemente. Yo, Jesús, os hablo.
Ayudaos
mutuamente unos a otros, porque no todos estáis en las mismas disposiciones, unos
las tienen más firmes y otros menos, pero todos, si llegáis hasta el final,
tendréis una recompensa grande, porque el más pequeño en la Tierra es grande en
el Reino de los Cielos. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que
leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.