Santísimos son aquellos monjes o frailes que viven rigurosamente
la Regla de su comunidad. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, para el mundo los monasterios de vida
contemplativa no tienen razón de ser, porque vosotros hijos, queréis
movimientos, hechos palpables, y aquellos hechos que no veis, no los entendéis
y tampoco los valoráis. Yo, Jesús, os hablo.
Pero esos monjes o monjas que viven un día y otro, y otro,
su santa Regla, son almas muy fructíferas en Mi Cuerpo Místico, porque es Mi
Espíritu Santo quien toma de ellos sus méritos y los aplica a almas muy
necesitadas, muchas a punto de condenarse. Y como ellos ignoran donde van sus
méritos, sacrificios, soledades u obras, no hay miedo de que la vanidad lo emponzoñe
todo, y de ahí, que esas almas que a cada instante viven la Regla y obediencia
a su comunidad y superior, son almas de gran valor en la vida de la Iglesia y para
la salvación de las almas. Yo, Jesús, os hablo.
Ellos han muerto al mundo y a todos sus honores y deleites.
Ellos viven ya esperando el encuentro definitivo con su Salvador, y sus
acciones hechas a cada instante en clave de obediencia, son muy eficaces para
el bien de las almas, porque cada acción, tiene un valor inmenso por insignificante
que sea. Yo, Jesús, os hablo.
Cada día hay menos vocaciones de éstas, porque estas
almas son escogidas por Mí y son almas que no son apreciadas ni siquiera por
sus familiares. Pero ellas tendrán en Mi Reino un puesto especial y una gloria
también especial. Son almas amadísimas de Mi Madre, porque ellas son consuelo
para nuestros Sagrados Corazones, y son almas que renunciaron a su voluntad
propia para vivir la Regla de su Orden y la obediencia a sus superiores, y esto
tiene gran valor ante Mis ojos cuando se hace de corazón y por un deseo grande
de santificarse y de dar gloria a Dios. Yo, Jesús, os hablo.
Yo sigo llamando a esta clase de almas que cifraron todo
su afán en morir a sí mismas y al mundo para vivir un Cielo adelantado en la
oración, en las horas canónicas y en los sacramentos, porque Cielo es, hijos Míos,
quien vive sumergido en las cosas espirituales las 24 horas del día. Ni ellos
mismos conocen el nivel de espiritualidad que consiguieron, ni el grado de
santidad que tienen. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que leyendo este
mensaje lo cree y lo propaga.