Hijos Míos, dais
alimentos contaminados constantemente a vuestras almas y así estáis. Yo, Jesús,
os hablo.
No os preocupáis
de formaros adecuadamente en Mi doctrina y leyes para que nadie os manipule, ni nadie os diga lo que
tenéis que hacer. Yo os digo lo que tenéis que hacer y nadie más. Porque si
hacéis lo que dice fulanito o menganito o si vais de una opinión a otra y no
hacéis lo que Yo os digo, entonces hijos, recogeréis frutos de perdición, puesto
que sólo Yo Soy el Sumo Bien y quien os da el verdadero pan de vida para el
alma. Yo, Jesús, os hablo.
Cuánto titubeáis
a la hora de decidir sobre votaciones políticas o decisiones, porque sentís que muchas de esas decisiones no van de acuerdo con Mis leyes. Hijos, es la
hora de estar fuertes y firmes en las cosas de Dios y no de titubear. Haced
oración para tomar decisiones y pedid la luz y la sabiduría de Mi Santo
Espíritu y dejaos penetrar de Él, sin poner resistencia alguna, y veréis claro.
La mayor resistencia sois vosotros mismos con criterios equivocados y
arraigados de muchos años. Con costumbres insanas en el plano espiritual. Con
tanta mediocridad y rutina con que os movéis, que esos ingredientes son
alimentos contaminados que dais a vuestras almas y así las tenéis,
enflaquecidas, raquíticas de virtudes, de luz y de sabiduría. Hacéis mucho pero
mal y lleno de imperfecciones y mediocridad. Yo, Jesús, os hablo.
Tomad por
modelo a Mi Santa Madre que estaba llena del Espíritu Santo. Ella tan sencilla y humilde supo hacer en
cada instante, en cada segundo, la voluntad de Dios. Ella le daba a su alma los
alimentos divinos que le ayudaban a crecer como: la Palabra de Dios, la oración, la mortificación, todo hecho con
ardiente amor a Dios. Todo eso le mereció ser la Madre del Redentor. Había otras jóvenes judías muy santas también
en esa época en Israel, pero ninguna llena de gracia como Mi Santa Madre, sólo
Ella mereció ser escogida por Madre de Dios. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo
aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.