Las gotas de agua de la lluvia empapan la Tierra y la hacen fecundar, porque sin la lluvia la Tierra se convertiría en un arenal. Yo, Jesús, os hablo.
Así hijos Míos, quien hace oración aunque sea poca, empapa su alma para prepararla y hacerla fecunda en las cosas de Dios, porque la oración es para el alma como la lluvia, beneficiosa para la Tierra. Yo , Jesús, os hablo.
Debéis dedicar en vuestros días un rato a la oración, sea pequeño o sea más prologando, porque debéis acostumbraros a esta santa practica para recibir del Cielo dones, luces y fuerza para vuestras flaquezas. Vuestras almas deben empaparse con la oración y debéis hacerlo asiduamente, no vale que solo os pongáis a rezar una vez cada seis meses, sino que esta practica debe ser asidua, constante y sobretodo erradicar en la misma pensamientos vanos o terrenales, para elevaros a través de este medio a las cosas de Dios, y El os ira abriendo horizontes de santidad cada vez que os pongáis a orar.
Recordad hijos Míos que os dije velad y orad para no entrar en tentación, (Mt 26, 41) pero no solo es para eso la oración, sino también para comprender y aceptar situaciones de la vida, algunas dolorosas, y aceptarlas ante Mi Majestad que solo deseo el bien de cada uno y de todos en general. Para que seáis ciudadanos celestiales debéis de ser almas de oración y, cada día ponerse en aptitud de orar sea en vuestro hogar, sea en la iglesia u oratorio o en cualquier lugar que os favorezca el ambiente. Yo, Jesús, os hablo.
Aprended de Mi Santa Madre que era alma de oración, de gran oración, y que cuando le fue anunciado el misterio de la Encarnación Ella lo entendió muy bien porque era un alma que tenia mucha luz, luz que había adquirido a través de una vida de oración y recogimiento. Ella no se asustó, Ella comprendió y aceptó la gran misión que el Cielo le pedía, y se hizo a una con Dios aceptando Su voluntad con todas las disposiciones posibles. Yo, Jesús, os hablo.
El alma que haga oración se le notará en todas su reacciones, porque el Cielo le irá trabajando su vida interior y la irá perfeccionando cada vez más para que sea ejemplar ante sus semejantes, y una alegría para el Cielo al ver que le aprovecha ese medio para santificarse. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.