Las miríadas que hay en el Cielo de Ángeles son servidores de Dios y cumplen velozmente las órdenes del Altísimo, sean cuales sean. Yo, Jesús, os hablo.
Pero vosotros, hijos Míos que estáis aun por este paso en la Tierra , no solo no cumplís Mi doctrina que es doctrina de salvación, sino que renegáis de ella, que os mofáis y la despreciáis porque no os gusta la disciplina que cumplirla os traería. Yo, Jesús, os hablo.
Queréis pasar esta vida holgadamente, a base de diversiones y de comodidades de todas clases. Un día excesivo de calor os cansa y os molesta, un día de más trabajo que el habitual en vez de santificaros os hace pecar, porque renegáis y consideráis que todo es injusto para el bienestar tan grande que deseáis vivir. Si llueve cuando no lo esperáis también renegáis, y así en todas la circunstancias, porque cuando se os saca un poco de vuestra línea de comodidad, entonces ya os consideráis personas victimas e indignas de padecer ninguna contrariedad. Y vosotros hijos, no solo no sois Ángeles y no solo no estáis en el Cielo, sino que estáis aun de paso por la Tierra y no sabéis si alcanzareis el Cielo. Yo, Jesús, os hablo,
Si un Ángel que ya esta glorificado Me sirve con prontitud e inmenso amor, un Ángel que ya ha ganado el Cielo, vosotros deberíais esforzaros en ser más perfectos, en ser más consecuentes con la fe que decís que tenéis, y sobre todo, en aceptar en cada instante la divina voluntad, porque hijos, no hay nada por insignificante que sea que no lo permita el Cielo para vuestro mayor merecimiento y santificación, aunque lamentablemente en muchos de vosotros se malogran los planes celestiales y se esfuman como el humo. Hijos, abrid los ojos, poneros las gafas del alma, pedidme luz a Mí y a Mi Santa Madre, vais ciegos guiando a otros, y todos caeréis en el mismo abismo, porque no queréis esforzaros para nada y de todo os lamentáis, de todo renegáis, no se os puede contradecir en nada, solo que vuestra forma de vida no se toque, no se altere y viváis cómodamente, sin quebraros la cabeza para nada, comiendo y bebiendo como los animales, pero sin dar nada al espíritu porque eso ya supondría un esfuerzo. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
Así pues, en esta época estival en que el calor os cansa, os debilita, ofrecedme esos días en que tenéis que luchar contra vuestra flaca naturaleza y decidme que emplee vuestros sinsabores en el bien de las almas o en Mis intenciones o las de Mi Madre. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que leyendo estos mensajes los pone en práctica.