Es
voluntad divina que todas, todas las almas se salven. Yo, Jesús, os hablo.
Nadie
crea que porque un pecador tenga pecados atroces, haya hecho crímenes
terribles, haya abusado de menores, o haya robado a los más pobres de entre los
pobres, y aun cosas mucho peores, Dios santísimo desea su condenación, porque
el que crea esto no conoce ni la paternidad divina de Dios ni su infinita
misericordia. Yo, Jesús, os hablo.
El
pecador más empedernido, el más obsceno, el más corrupto, entra en la
misericordia de Dios, porque Dios es Padre y cuando un hijo se le tuerce y va
por caminos erróneos, llenos de podredumbre y de malicia, El aún así desea
recuperarlo y desea que vuelva su rostro a El para salvarlo de la condenación
eterna. Yo, Jesús, os hablo.
Porque
si fuera así como creéis vosotros, que Dios desea castigar a todos lo que no le
obedecieron o transgredieron Sus leyes, entonces hijos, no os salvaríais
ninguno, porque todos sois pecadores, y el más ínfimo de los pecados, el más
insignificante, es una abominación a los ojos de Mi Padre Eterno. Yo, Jesús, os
hablo.
Rezad
hijos, rezad asiduamente por los pecadores, por vuestros legisladores, por
vuestros políticos que tergiversan las leyes divinas por leyes satánicas, rezad
una y otra vez y sacrificaros, que la oración hecha de corazón y con amor y fe tiene un poder inmenso, Yo os
lo digo, Jesús de Nazaret, que Me pasé la vida rezando por vosotros, por los que
ya existían y los que iban a existir, porque Yo Soy el Hijo de Dios Altísimo y
Soy uno con el Padre Eterno, y lo que El quiere yo lo quiero, y lo que El
piensa yo lo pienso, los dos somos uno en pensamientos y en deseos.
No
metáis nunca la cizaña de la amenaza a un pecador que vaya por caminos torcidos,
por muy torcidos que sean, porque Yo Soy misericordia al igual que Mi Padre, y
lo que deseamos es su conversión para salvarlo del Infierno que es eterno. Cuando
deseéis que un pecador vuelva a Dios habladle de Su bondad, de Su misericordia,
de Su amor infinito, que ya Mi enemigo mortal se encargará de meterle la cizaña
del desánimo, de la duda o desesperanza y de imbuirle ideas de que para tanto pecado no hay
salvación posible. Yo Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que
leyendo este mensaje lo pone en práctica.