Poderosos,
hijos Míos, poderosos son los demonios y todo su poder lo emplean en hacer el
mal. Yo, Jesús, os hablo.
Todo el
mundo debería de tener en su casa o llevar consigo una cruz exorcizada o agua
bendita exorcizada, porque si el poder de los demonios es considerable por su
naturaleza angélica, el sacramental bendecido y exorcizado puede alejar el mal
que os quieran hacer. Yo, Jesús, os hablo.
Se os
pasa la vida y vuestros méritos no llegan al mínimo necesario para salvarse. No
hacéis nada para merecer el Cielo. No buscáis la gloria de Dios sino vuestro
bienestar y llegáis a la estapa final de vuestra existencia sin nada que
ofrecer para entrar en la Vida Eterna. Hijos ¿por qué no reflexionáis un poco e
intentáis merecer el premio eterno?
Decís
que no hacéis mal a nadie y que no sois malos, aunque eso no es verdad. Tampoco
sois buenos y tampoco hacéis ningún bien, ni oculto ni públicamente, solo os
preocupáis de vosotros mismos, de vuestros intereses, de vuestros allegados y
basta. Hijos ¿qué voy a hacer con vosotros cuando pudiendo merecer no hacéis
nada para ello?
Este
mensaje no es para todos porque muchos que lo leerán son buenos y dignos hijos
de Dios, consuelo de Mi Corazón y alegría de Mi Madre, pero lamentablemente
muchos otros no son así. Yo, Jesús, os hablo.
Tratad
de enmendad vuestra vida y de hacerla cristiana, de vivir según los
Mandamientos de la Ley de Dios, de ser serviciales unos con otros y de perdonar
las rencillas que tenéis en el alma y que son veneno mortal que os pueden
llevar al Infierno. Yo Soy Jesús de Nazaret el Crucificado, quien amó, perdonó
y mereció toda gloria. Por tanto, amadme, dadme culto y proponeos cambiar de
vida haciéndola más fervorosa y cristiana. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo.
Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.