Aquel que Me ama, aquel que Me sigue, aquel
que cree en Mí, tiene ya puestos los cimientos de la Vida Eterna. Yo, Jesús, os
hablo.
Hijos Míos, Yo Soy camino para la Vida
Eterna, Soy Verdad que nunca cambia y Soy
vida para todo el que se encuentra muerto por el pecado. Y por eso en Mí
está el fundamento de todo, de la perfección,
del amor y de la gloria a Dios, porque quien Me honra, honra al que Me envió y quien Me ama, ama a Mi Padre
Celestial que está siempre Conmigo. Yo, Jesús, os hablo.
No tenéis que temer nada si Me amáis y Me
dais lo que Me corresponde, un amor de obra y no de palabras. No todo el que
dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos (Mt
7,21). Pero aquel que reconociéndome como Hijo de Dios Me sirve
como tal, ese ya tiene el pasaporte para la Vida Eterna. Yo, Jesús, os
hablo.
Muchos os desalentáis por vuestras miserias,
sobre todo los sacerdotes, que viéndose mediocres y poco ejemplares, temen no
edificar a las almas. No os desalentéis a la vista de vuestras faltas y pecados, que el desaliento lo
induce Mi enemigo mortal para hundiros y haceros claudicar. Esforzaos por
levantaros de las caídas, proponeros desde el inicio del día vencer batallas, y
así, ya estaréis predispuestos a ganarlas. Yo, Jesús, os hablo.
Comulgad con el alma limpia de pecado.
Recibid la Comunión de Mis sacerdotes, muchos laicos no están en las debidas disposiciones
y algunos viven en continuo pecado. Y aunque un sacerdote también esté en
pecado, ya contaba Yo con ello cuando les di la vocación. Pero ellos Me
representan y es su ministerio atender a las almas y administrar los sacramentos,
porque hijos, hoy el ministro extraordinario de la Eucaristía, se ha convertido
en ministro ordinario, sustituyendo en lo más elemental al párroco y esto en
nada Me agrada.
Quiero que sean los sacerdotes quienes
visiten a los enfermos y Me lleven a sus casas, porque el sacerdote tiene la
gracia de estado para saber decir a un enfermo
o agonizante las palabras adecuadas, pero aunque no supieran decirlas, sus palabras
tienen fuerza y valor para el enfermo o agonizante por el hecho de ser
un sacerdote. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo
este mensaje lo pone en práctica.