Hijos Míos, ¿os dais cuenta que cuando os relacionáis Conmigo lo hacéis
con el único Dios verdadero? Yo, Jesús, os hablo.
¿Os dais cuenta, hijos Míos, que Yo Me hice hombre no solo para redimiros
sino para acortar la distancia infinita que existe entre el género humano y la divinidad?
¿Os dais cuenta que al encarnarme Me convertí en puente excepcional para que
vosotros los pecadores pudierais ir a Mi Padre y, para que Mi Padre por Mi
medio os aplicara la misericordia por vuestros muchos crímenes? ¿Os dais cuenta
hijos Míos?
Poco meditáis Mi gran paso del Cielo a la Tierra a través de esta forma
humana que tomé, igual en todo como vosotros menos en el pecado (Hb 4,15) para
que vuestro acercamiento a Mi Padre fuera más fácil y os animarais por Mi medio
a darle las gracias, alabarlo y a santificar su Santo Nombre, algo que hacéis
escasamente y mal. Porque ¿quién piensa en repararle de tanta inmundicia?
¿Quién se pondría en Mi lugar de martirio para reparar tantas ofensas a la Santísima
Trinidad? Y ¿quién se pondría en Mi Cruz por amor a los pecadores empedernidos y
más sumidos en el mal y en el pecado?, Yo, Jesús, os hablo.
Pensad que Mi misión no solo fue la Redención sino adoctrinaros y hacer
de puente entre Mi Padre Eterno y vosotros. Porque hijos, Yo os enseñé a llamar
a Dios Altísimo Padre y os alenté a que le tuvierais confianza y lo esperarais
todo de El (Mt 6, 24-34). Yo, Jesús, os hablo.
Conocéis a un instrumento que recibe mensajes y os admiráis y Me dejáis a
Mi relegado en un personaje de la historia, sin profundizar en todo lo que os
trajo Mi venida a la Tierra. Si profundizarais, descubriríais maravillas en Mi
Encarnación y en el paso de Mi vida por este mundo.
Hijos, os pido que invocando a Mi Santo Espíritu meditéis en Mi Encarnación,
en Mi divinidad unida a Mi humanidad, en mi mediación (al Padre) y sobre todo en
Mi Redención. Yo os rescaté con Mi Preciosísima Sangre porque nadie más podía
pagar esa deuda inmensa que el pecado del hombre causó, por eso hijos, meditad
y alimentaros de estos grandes misterios y veréis como vuestra alma goza ya de
lo sobrenatural. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que
leyendo este mensaje lo pone en práctica.