Hijos Míos, Soy Jesús de Nazaret
quien os habla, vuestro Dios y vuestro Hermano. Hoy quiero deciros algo que
muchos no tenéis en cuenta, pero que a partir de este mensaje, muchos lo vais a
considerar. Pasáis por la puerta del Templo y sabéis que allí estoy en el Sagrario,
con Mi Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, y no os dignáis ni una sola vez, ni
siquiera unos instantes, a hacerme una visita. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos, Yo os espero ardientemente y deseo que entréis aunque solo sea un
instante y Me visitéis, Me digáis cualquier alabanza o acto de fe, o
simplemente hagáis una genuflexión, y así, vuestra fe se ve renovada por estas
cosas que parecen pequeñas, pero que hechas con fe y amor son grandes en el Cuerpo Místico y ante Mis ojos.
Vosotros, hijos Míos, que sabéis amar a vuestros hijos, a vuestros
esposos y esposas, a vuestros padres y hermanos, tenéis que saber también amarme
a Mí, porque esos detalles hechos reiteradamente os ayudan a vosotros mismos y
os actualizan la fe que debe ser constantemente renovada. Yo, Jesús, os hablo.
Venid hijos Míos, venid a Mi Sagrario y dadme vuestros actos de amor, fe y adoración que Yo no los olvidaré
y, veréis como vuestra alma goza ya de lo eterno aun en esta vida, porque Yo
hijos, Soy lo eterno, el Eterno, el que no tuvo principio ni tendrá fin y, todo
el que cree en Mí y Me lo demuestra va por sendas de Vida Eterna. Yo, Jesús, os
hablo.
Enseñad a vuestros pequeños a que Me visiten, lo mismo que les enseñáis a
no tirar papeles al suelo o a no cruzar con las luces en rojo. Enseñad a amar y
a adorar a su Dios y Señor, porque el que sabe dar desde pequeño a Dios lo que le
corresponde, después de adulto sabrá dar también al prójimo lo que le
corresponda. Yo, Jesús, os hablo.
Quien sabe tratar a Dios, sabrá tratar al prójimo y será justo en el
puesto que de adulto ocupe, porque quién es justo para Dios, lo será también
para sus semejantes, porque estos dos mandamientos luego atraen a los otros
(mandamientos): Amarás a Dios sobre todas
las cosas y al prójimo como a ti mismo. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.