Alma Mía, efectivamente Mi Corazón
divino es fuente inagotable de bienes y felicidad. La felicidad que Yo doy es
inagotable, no es como la felicidad que cualquier cosa del mundo o cualquier
amor humano os puede dar, si bien, los hay cuya felicidad es autentica y lícita,
la que Yo doy no se extingue nunca, ni en esta vida ni en la otra. Yo, Jesús, os hablo.
Pero hijos, vosotros tenéis
que venir a Mí en busca de esa felicidad que no se extingue nunca, porque Yo os
espero y deseo que Me busquéis afanosamente y gustéis de Mis delicias. Hijos,
estáis algunos tan abatidos, tan abrumados, por cargas y pesares que no tenéis
reposo, y cuando lo tenéis mil preocupaciones os invaden torturándoos el alma. Pero hijos,
no os dejéis vencer por las obligaciones, ni por las preocupaciones
profesionales o económicas, Conmigo a vuestro lado todo los superaréis y nada
ni nadie os quitará la paz, la paz que Yo os doy tan diferente a como la da el
mundo.
Hijos no es una buena cuenta
corriente lo que os ayudará a ser felices, sino la honestidad en vuestras
acciones, la honradez en vuestros negocios, la justicia para con vuestros
empleados o subordinados, porque hijos,
los Mandamientos que os dio Mi Padre en el Monte Sinaí, son Mandamientos para
vuestra felicidad y bien, no para fastidiaros la vida. Yo, Jesús, os hablo.
Si los santos o
bienaventurados del Cielo os hablasen de su vida terrenal, testimoniarían sobre
esto que os digo, que solo Dios les dio la verdadera felicidad que no se
extingue, porque gozan de ella en el
Cielo y nadie se la arrebatará. Allí no tiene cabida ni la desgracia, ni el mal, ni la discordia, ni la rencilla. Allí e
es un Reino de Amor el que hay y todos aman a Dios y se aman entre sí unos a
otros. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este
mensaje lo pone en práctica.