¡Ay de aquel que pudiendo
haber vivido una vida de santidad porque tuvo los medios y las circunstancias
le favorecieron no lo hizo! ¡Ay de aquel! más le valdría no haber nacido. Yo,
Jesús, os hablo.
Hijos Míos, Yo Soy Dios y
también Soy Padre vuestro que os procura todo el bien posible para que seáis
santos, pero que no siempre lo aprovecháis. Muchos, muchísimos desperdiciáis
una vida que podríais haber vivido en santidad como es el caso de muchos sacerdotes,
y sin embargo, fueron abominación a Mis ojos y escándalo a los de su entorno.
Yo, Jesús, os hablo.
Hay almas que las
circunstancias de la vida las arrastraron a una vida disoluta y de pecado y,
aunque Yo no niego Mi gracia a nadie, esas almas que son muchísimas tuvieron en
su vida circunstancias muy dolorosas que no les ayudaron a alzar el vuelo hacia
la honradez y la moral auténticas, pero otras tuvieron todas sus circunstancias
a su favor y también se degradaron a pesar que su vida era idónea para vivir en
honradez y moral verdaderas, así que hijos, cuando tenga que juzgaros tendré
muy en cuenta todas vuestras circunstancias y juzgaré según os influyeron las
mismas para bien o para mal. Yo, Jesús, os hablo.
Tratad, hijos Míos, de
vivir el momento presente y santificarlo cada día. No hagáis planes para largo
plazo, ni siquiera para el mañana. Tratad de santificaros cada instante, pues
en cada instante Yo os daré Mis gracias, a cada día, hijos, le basta su inquietud
(Mt 6,34) y no sabéis si llegareis a tener futuro. Es el momento presente lo
que tenéis, no el futuro, y eso es lo que quiero que Me ofrezcáis y lo
santifiquéis, porque no sabéis si viviréis al día siguiente. Y si esto os lo
digo a los que tenéis buena salud, más hincapié hago a los que están enfermos o
son ancianos, porque ellos por ley natural están predispuestos a fenecer antes
que nadie. Yo, Jesús, os hablo.
Rezadme o alabadme en vuestros quehaceres. Una jaculatoria en medio
de una jornada laboral Me es muy grata. Una alabanza mientras hacéis las tareas
domésticas, Me agrada sobremanera. Así que hijos, acostumbraos a no perder el
hilo con vuestro Dios y Señor, y vuestro Redentor. Yo, Jesús, os hablo y os
instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo pone en práctica.