Hijos de Dios, Me es muy agradable y bendigo a todo aquel que propaga Mi Reino
con folletos, estampas artículos y libros,
es algo muy elogiable que empleéis el apostolado escrito, para adoctrinar e
instruir a las almas tan desnutridas por falta de la sana doctrina.
Pero os recuerdo que si la palabra mueve el ejemplo arrastra y, que una
vida honrada y espiritual con una piedad auténtica, sin ñoñerías ni nada que os
hagan parecer personas de otra galaxia, es mucho más fructífero para las almas,
porque si os ven que viviendo en Dios sois felices, incluso a pesar de las
pruebas que tengáis, quienes os contemplen pensaran que vuestros caminos son
caminos de paz y gozo y los haréis
reflexionar. Yo, Jesús, os hablo.
Mi vida por la Tierra fue una vida de disciplina y apostolado intenso.
Caminaba kilómetros por pueblos y aldeas y la gente Me recibía con entusiasmo.
No esperé a que ellos vinieran a Mí, Yo iba al encuentro de aquellos que no
podían seguirme y, les llevaba toda clase de bendiciones, no solo materiales,
sanándoles de enfermedades y dolencias, sino también espirituales, las cuales
les dejaba en el alma esa unción que solo Dios puede dejar. Yo, Jesús, os
hablo.
Ahora vosotros debéis continuar Mi labor e ir al encuentro de quienes no se
acercan a la Iglesia, procurándoles amistad sana y comprensión, sin
reprocharles nada, porque solo Yo conozco los corazones de las personas y se
cuáles son sus disposiciones e intenciones. Yo, Jesús, os hablo.
Pero tenéis que ser prudentes como serpientes y sencillos como palomas (Mt
10,16), sin prepotencia ni vanidad, sin creeros mejores. Por tanto hijos, os
pido que visitéis a vuestros contemporáneos enfermos, a los que están
deprimidos, a los que están en paro y
carencias materiales y espirituales, y llevadles Mi paz y vuestro amor, porque
si hacéis de corazón estas cosas Yo les daré Mi paz y, para ellos habrá perspectivas
diferentes aun a pesar de las pruebas. Yo, Jesús, os hablo.
Que seáis hermanos en Dios, hijos de
un mismo Padre, y que ellos, vean que
los que sufren no son indiferentes para los hijos de Dios. Yo, Jesús, os hablo
y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo cree y lo pone en práctica.