Todos
los verdaderos instrumentos escogidos por el Cielo, tienen temor a decir cosas
inadecuadas o barbaridades que puedan llevar a las almas a un camino de
perdición. Yo, Jesús, os hablo.
Pero
hijos, no voy a escoger un instrumento para luego abandonarlo a su suerte o sin
darle la asistencia necesaria, porque entonces Yo Me convertiría en un tirano,
y nada más lejos. Pero sí es verdad que un dictado debe examinarse, y debe
hacerse minuciosamente, porque una coma, o una palabra incorrecta, pueden
cambiar el texto y convertirlo en algo diferente a lo que el Cielo ha querido
decir. Yo, Jesús, os hablo.
Quienes
reciben los dictados deben examinarlos, pero aquellos que los propagan también
deben hacerlo, y no debéis dar por bueno todo, porque el instrumento como
persona humana puede equivocarse, y ahí entra el saber discernir. El Cielo da
los mensajes, pero no corrige, porque esa labor compete a los sacerdotes,
directores espirituales, y al mismo instrumento que debe comprobar que no dice
nada distinto al Magisterio de la Iglesia.
Diferente
son las profecías, que son predicciones de cosas que están por venir. Así que
hijos, los mensajes deben de estar de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia y no puede haber
nada diferente a él. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos,
Yo no puedo contradecirme en Mi Cuerpo Místico, y lo que dice el Magisterio no
puede rebatirlo nadie, por eso, los dictados deben ser conformes a la doctrina
católica, que Yo los envío para que viváis mejor la fe católica y os ayude a
comprender la necesidad que tenéis de santificaros y de poner todo de vuestra
parte para salvaros. Yo, Jesús os hablo. Sin embargo, los mensajes no son dogma
de fe, por tanto, si no los creéis de
ese bien os priváis, pero si estáis viviendo auténticamente la fe católica sin
necesidad de mensajes, Yo Me complazco en ello. Yo, Jesús, os hablo.
Rezad
por los instrumentos, rezad por ellos y tenedlos en estima y respeto. Un
instrumento es muy protegido y querido por el Cielo porque es un servidor o
servidora que tiene, y son empleados de Dios, por eso, tratadlos con respeto y
amor y sin murmurar contra ellos, pues si esto lo debéis a cualquier hermano
con mucha más razón a los que el Cielo ha escogido para sus planes. Yo, Jesús,
os hablo.